Congresos y Jornadas Didáctica de las Lenguas y las Literaturas - 1 | Page 1224

Anexo (…) Cortés salió del castillo después de comer a dar un paseo para ver qué clase de villa era Torremala. Ocurrió que era día de mercado y siguiendo a la gente se encontró en la plaza mayor de la antigua judería, adonde había emigrado el mercado después de la expulsión de los judíos. Era una plaza cuadrada, con soportales, pero en días de mercado como aquél, el bullicio y la actividad mercantiles invadían la parte central descubierta, bajo la protección temporal de unos soldados. Cortés iba y venía entre los puestos donde el paño negro y espeso de Toledo, Segovia y Sevilla, alternaba con la lana suave y pintada de alegres colores que venía de Granada, o con las mantas y alforjas de lana tejida en la región de Salamanca; aquí un moro cordobés vendía jubones de cuero y zapatos finos; allí un castellano de Talavera había dispuesto en hilera sobre el suelo las piezas azules y amarillas de la loza de su país, de donde el sol hacía saltar vivos destellos. Más vivos todavía los arrancaba el sol de los puestos de los caldereros, del cálido cobre de sartenes y cazuelas y del frío acero de cuchillos y asadores. Comestibles de toda suerte, sobre todo carnes y quesos, abundaban por doquier. Y en un rincón animado que atrajo inmediatamente la vista y la voluntad del joven aventurero, pisoteaban los pedruscos del suelo caballos andaluces, asnos de Castilla y mulas del Pirineo. Iban y venían buhoneros llevando sus mercaderías sobre bandejas colgadas al cuello por medio de una correa, y un aguador pasaba con un barril de agua fría a la espalda, sirviendo a sus sedientos clientes con habilísimo movimiento del hombro que vertía en el vaso de estaño con geométrica exactitud un parabólico chorro de agua brillante y cristalina. Cortés se paró a contemplarlo, recordando otros artistas por el estilo que había visto en las ciudades an- 1208 Investigación y Práctica en Didáctica de las Lenguas