CONECTANDO AUDIENCIAS TRABAJAR CON EL PÚBLICO | Page 5
El paradigma del artista convencido que
interpela a otros convencidos se estrella
frente a la prevalencia de las leyes de
mercado; y las políticas públicas se
debilitan o no terminan de configurarse
del todo, mientras la masificación de
plataformas móviles y redes sociales
modifican los hábitos de las audiencias.
¿Cómo trabajar con ese paisaje de
fondo en la gestión de espacios
culturales?
Las respuestas se ensayan de acuerdo
a los contextos, pero es indudable
que la Modernidad que consagró
cánones, bellas artes y modelos para
iluminar o ilustrar a los espectadores
se ha difuminado y, sin embargo, los
agentes y actores del campo cultural no
terminan por resignarse del todo.
“Los encargados de centros culturales
ya no son los curadores del gusto de
los demás”, advertía la antropóloga
mexicana Lucina Jiménez en julio de
2011 al inaugurar en Santiago de Chile
el Primer Seminario Internacional sobre
Formación de Audiencias organizado
por el Centro Gabriela Mistral, GAM.
“Las instituciones culturales deben
redefinir sus relaciones con la
ciudadanía”, subrayaba. “Hoy se
reconoce cada vez más que los
públicos forman parte del hecho
artístico y que su presencia depende de
una gran diversidad de factores que es
necesario identificar y explorar, a fin de
poder establecer políticas culturales y
estrategias de gestión contemporáneas
que los pongan en el centro”.
El encuentro permitió hacer visible el
modelo de gestión de GAM, donde
por primera vez se unificaba el diseño
de programación artística con la
elaboración de estrategias de formación
de audiencias.
A cuatro años, los resultados pueden
palparse: diversificación de públicos
(que revela un predominio de los
sectores medios de la población de
acuerdo al nivel socioeconómico y
comuna de procedencia, y de jóvenes
menores de 30 años), aumento en el
número de visitantes (en 2014 este
indicador se empinará a 1 millón 600
mil visitas, casi el triple respecto del
primer año de apertura), incremento
en el porcentaje de ocupación de
salas (65% en 2013, lo que representa
un incremento de 6 puntos respecto
del año de apertura), alta tasa de
fidelización (un 30% del público
participa al menos 8 veces en la oferta
artística durante el año) y generación
de comunidades que se vinculan de
manera participativa con la oferta.
En el camino se han probado pilotos,
ajustado programas y formas de
organización, y asentado líneas de
trabajo que actualmente conforman la
identidad del espacio.
Edificio simbólico
GAM ocupa un edificio de alto valor
simbólico en la historia de Chile que se
ubica en el corazón de Santiago. Cuenta
con diez espacios de programación
destinados a artes escénicas, musicales
y visuales, además de una biblioteca y
tres plazas, que se entremezclan con las
actividades de desarrollo de audiencias
y la ocupación que las comunidades
hacen del lugar.
Las instituciones culturales
deben redefinir sus relaciones
con la ciudadanía
La infraestructura data de 1972 y fue uno
de los hitos del gobierno de Salvador
Allende, que encargó su construcción
para acoger la Tercera Conferencia
Mundial de Comercio y Desarrollo de las
Naciones Unidas, UNCTAD III. Durante
un semestre operó como Centro Cultural
Metropolitano Gabriela Mistral, y en
septiembre de 1973 se convirtió en sede
de gobierno de la dictadura de Augusto
Pinochet, bajo el nombre de edificio
Diego Portales. Luego acogió al Ministerio
de Defensa.
A partir de la década de los 90, operó
como centro de convenciones, hasta
que un incendio en 2006 impulsó al
primer gobierno de Michelle Bachelet
a encargar su reconversión en centro
cultural.
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