Comunion Revista Comunion nº 09 - 2012 | Page 6

6

...News

LIT. CIR. 18/2012

Carta a las Hermanas Trinitarias Contemplativas con ocasión del 800 Aniversario de la muerte de San Félix de Valois, Cofundador de la Orden.

En primer lugar, quiero manifestar mi gran alegría al dirigirme a vosotras por medio de la presente carta. Me habéis escrito varias veces asegurándome que eleváis oraciones por mis intenciones y expresando vuestro mejores deseos en ocasiones significativas y en fiestas de la Familia Trinitaria. Siempre que he visitado algún convento de Hermanas Contemplativas Trinitarias, he recibido una cariñosa bienvenida y he sido tratado con delicada atención. A propósito, quiero haceros saber que he podido visitar todos nuestros conventos, al menos una vez, durante los últimos cinco años de mi Generalato. Muchas gracias, queridas Hermanas, por vuestra silenciosa dedicación a la oración y a la penitencia, por vuestro amor y respeto hacia nuestros santos Fundadores, Juan de Mata y Félix de Valois, por vuestra veneración hacia nuestro santo Reformador, Juan Bautista de la Concepción y por vuestra admiración hacia todos nuestros Santos, Beatos y Venerables. De acuerdo con la tradición, este año es el VIII centenario de la muerte de San Félix de Valois y, a finales de 2012, comenzaremos el año jubilar del VIII centenario de la muerte de San Juan de Mata y del IV centenario de la muerte de San Juan Bautista de la Concepción. ¡Qué memorables ocasiones para reflexionar con vosotras sobre la grandeza de nuestra vocación trinitaria, en especial de la vocación trinitaria contemplativa.

Existen otras razones importantes para alegrarnos y agradecer a Dios en este momento histórico que tenemos el privilegio de presenciar y vivir. Entre los varios centenarios que hemos celebrado recientemente, o que estamos celebrando, algunos de nuestros conventos han completado importantes hitos de su historia, como el monasterio de Villoruela, que ya ha celebrado quinientos años de existencia, y el monasterio reformado de Madrid que está concluyendo el año cuatrocientos de vida. Otros han celebrado momentos significativos de una historia más breve. Hace algunos años, se nos concedió la gracia de celebrar la beatificación de varios mártires trinitarios, entre ellos se halla la Beata Francisca de la Encarnación, de Martos, la primera de nuestras recientes contemplativas que alcanza la gloria del altar. ¿Cómo podemos pasar por alto estos momentos especiales sin agradecer, juntos y alegres, la muchos maravillosos favores recibidos del Dios Trino a lo largo de varios siglos de nuestra vida trinitaria?. Tenemos, además, la oportunidad de pedir perdón al Señor por nuestros fallos, en especial por no ser suficientemente fieles a nuestra singular vocación. Asimismo, elevamos nuestras plegarias al Altísimo para que nos conceda vivir con mayor entusiasmo y con sinceridad en esta delicada coyuntura de la historia de la Iglesia. Si vivimos de este modo, seremos testigos del apasionante sentido de nuestra vocación, cuando muchas personas consagradas están sufriendo la lucha contra la duda y la incertidumbre.

Cuando dirigimos nuestra mirada a la vida y mensaje de San Juan de Mata y de San Félix de Valois y a las enseñanzas de San Juan Bautista de la Concepción, observamos algo muy claro. Nuestros padres espirituales dieron testimonio de la primacía de Dios en sus vidas. Su vocación trinitaria nació de un personal e intenso contacto con Dios, y esta innegable búsqueda y experiencia de Dios los mantuvo fieles hasta el final. Esto es particularmente evidente en la vida de San Félix de Valois, que sigue siendo un incuestionable modelo de vida contemplativa trinitaria. Él es reconocido por su vida de eremita durante muchos años, buscó incesantemente y cumplió la voluntad de Dios en la soledad y el silencio antes de ser un activo y eficaz colaborador de nuestro padre, San Juan de Mata. La sabiduría y profundidad que obtuvo en la vida contemplativa y en la plegaria silenciosa le permitieron cooperar con san Juan de Mata en el proceso de un común discernimiento de la voluntad de Dios en el tiempo de la fundación y crecimiento de la vida y misión de la Orden, particularmente en su primera etapa. Para prepararnos a realizar algo significativo y duradero en nuestra vida personal y comunitaria, necesitamos gran dosis de oración y de sosegada reflexión. No se puede comenzar ni mantener algo bueno sin insistente oración y discernimiento, pues todo lo bueno procede de lo Alto. La gracia viene de Dios y ¿qué mejor medio para atraer dicha gracia que la oración humilde y perseverante?. Nuestro padre San Félix nos recuerda la necesidad y el valor de la oración contemplativa, es decir, la oración que procede del corazón.

Queridas Hermanas: vosotras habéis recibido la llamada a la vida contemplativa, es decir, a ser expertas en oración y experiencia de Dios. Como todo en la vida, la oración exige la disciplina del silencio y del recogimiento, cualidades esenciales de nuestro padre San Félix. Para centrar nuestra atención en Dios y permanecer unidos a su Persona y a su amor, necesitamos un corazón indiviso. Esto no es posible sin el deseo y el esfuerzo para evitar todos los intereses innecesarios y vanos y las distracciones de la vida. En otras palabras, necesitamos hacer silencio en nuestros corazones, esforzándonos para vivir en paz y en calma tanto externa como interna. El silencio interno y externo son exigencias necesarias para serenar nuestro corazón. Nuestras queridas hermanas, la beata Francisca de la Encarnación y la venerable Ángela María de la Concepción, son ejemplos eminentes de oración y contemplación. Ellas pudieron vivir totalmente absortas en Dios, gracias a su extraordinario espíritu de silencio y recogimiento. Las rejas que os separan del mundanal ruido y la clausura papal que os libra de todo los agentes extraños y de las distracciones externas que pudieran molestaros tienen sentido sólo si aprendéis también a mantener el silencio interior. Mirad al Señor con frecuencia, más aún, siempre. Que vuestro único pensamiento sea cómo agradar a Dios y continuad esforzándoos en buscar y cumplir su voluntad. Mantened, humilde y confiadamente, la conciencia de la presencia de Dios en vuestros corazones, en vuestra clausura y en vuestra oración y actividad. Sin duda, el Señor llenará vuestros corazones con su maravilloso amor y con su paz que nadie podrá arrebataros. En su “Tratado sobre la oración”, la Venerable Ángela María afirma: “Dios tiene un deseo tan grande de darse a Sí mismo totalmente que lo hará siempre que se le dé la más mínima oportunidad”. Crear y mantener un espacio sagrado en nuestro interior sólo para Dios da como resultado nuestra pertenencia total a Dios. De este modo, vosotras pertenecéis a Él y Él a vosotras”. Cuando tenemos a Dios a nuestro lado, no carecemos de nada. Cuando no tenemos a Dios, carecemos de todo.

San Simón de Rojas es uno de los trinitarios maestros de oración más significativos. Entre sus discípulos privilegiados se encontraban las comunidades contemplativas de Villoruela y San Clemente. Según él, una de las razones por las que no nos beneficiamos suficientemente de la oración es por la falta de adecuada preparación y cuidado. Puesto que la oración en un encuentro interpersonal, no deberíamos convertirla en rutina ni en un ejercicio superficial, sino, más bien, debería apuntar siempre a ser más íntima, fecunda y frecuente. En lugar de esperar resultados inmediatos, debemos sufrir un proceso de madurez humana y espiritual. Dicha madurez se obtiene por medio de una continua ascesis personal y, sobre todo, por la acción del Espíritu Santo.

Al hablar de la oración y de la contemplación, me viene a la mente otro tema importante. No es otro que el de la formación. La calidad de nuestra vida y servicio depende de la calidad de la formación dada y recibida. Para un estilo de vida tan rigoroso como el vuestro, es fundamental que haya un mayor escrutinio en la selección de las vocaciones y una formación más seria de las candidatas. Es cierto que existe un problema real debido a la escasez de vocaciones religiosas y a la carencia de buenos formadores. Sin embargo, debemos hacer mayores esfuerzos para examinar y verificar la autenticidad y la aptitud de las jóvenes que aspiran a ser contemplativas, al igual que debemos hacer uso de unos criterios más fiables en la aprobación de dichas jóvenes para las profesiones temporal y solemne, no acortando nunca la duración del periodo de formación inicial. Si las candidatas no están dotadas de un verdadero deseo y esfuerzo para aprender y practicar la oración, y, si no son idóneas para la vida comunitaria, sería un fracaso total el promoverlas a la profesión definitiva. Si, entre vosotras, no encontráis Hermanas cualificadas para ayudaros en los procesos de discernimiento y formación, por favor, no dudéis en buscar religiosos o sacerdotes que puedan cooperar en esta importante tarea. Los temas de formación humana e intelectual, de la vida comunitaria, de la oración y contemplación son significativas áreas de consideración en el campo de la formación.

Ya que estamos hablando de las vocaciones, me gustaría dirigir vuestra atención al tema de las candidatas internacionales. El objetivo de llenar el monasterio con hermanas y la conservación del convento no deben ser las únicas consideraciones decisivas para recibir vocaciones extranjeras. Utilizad todos los medios disponibles para determinar la calidad y la idoneidad de las vocaciones, en especial de las que provienen de otros países, y no entusiasméis a las jóvenes con motivaciones económicas para ayudar a sus familias. Deben estar bien preparadas cultural y lingüísticamente, y la comunidad receptora también debe prepararse con una mayor apertura y comprensión de la mentalidad y cultura de las candidatas. De otro modo, podrían venir sufrimientos e incomprensiones innecesarios para ambas partes. Es necesario aclarar a las candidatas extranjeras que se disponen a comenzar la vida contemplativa y todo lo ella supone.

Después de hablar de la importancia de la formación inicial, no podemos pasar por alto la trascendencia de la formación permanente. Todos debemos vigilar las áreas de nuestra vida espiritual y fraterna, actualizadas convenientemente con los avances teológicos, eclesiales y religiosos. Nuestras religiosas mayores están en la posición idónea para transmitir su experiencia y sabiduría a las religiosas más jóvenes. Cuando disminuye la energía física debido a la edad avanzada, nuestra fuerza interior, el fervor y la fe deben mantenerse para ser un eficaz testimonio para las religiosas más jóvenes. Para mí, son realmente admirables las Hermanas mayores que han sido fieles a su compromiso en la vida contemplativa a lo largo de muchos años. Que el Señor os recompense abundantemente por vuestra fidelidad y vida ejemplar.

Siento gran alegría al observar los aspectos positivos de la Federación de las Hermanas Trinitarias Contemplativas, en especial la colaboración y cooperación entre ellas. Agradezco a la Madre Federal y a su Consejo por su servicio comprometido a la Federación, sobre todo en el área de la formación. Al mismo tiempo que las animo a continuar por el camino de la comunión y de la fraternidad, quiero alentaros a todas, pertenezcáis a la Federación o no, a ser aun más abiertas y a compartir los bienes materiales y espirituales entre todas las comunidades trinitarias contemplativas. Muchísimas gracias por vuestra comunión con la Familia Trinitaria, sobre todo por vuestra cercanía a la Orden. Vuestras oraciones y sacrificios por la santificación de nuestra Familia son muy estimables. Quiera el Señor que la Familia Trinitaria, religiosos y religiosas, de vida contemplativa o activa, continuemos brillando como ejemplos de caridad y comunión dondequiera que estemos.

Antes de terminar esta carta, permitidme compartir con vosotras el pasaje de la Sagrada Escritura que habla del Cenáculo donde se preparó y celebró la Cena del Señor:

El primer día de los Ázimos, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: “Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?” Él contestó: “Id a la ciudad, a casa de Fulano, y dadle este recado: “El Maestro dice: “Mi hora está cerca y voy a celebrar la Pascua en tu casa”. Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la cena de la Pascua. (Mt. 26: 17-19)

Queridas Hermanas: hoy, vuestro monasterio es el Cenáculo que Jesús ha elegido para celebrar la Cena de Pascua. Habéis tenido el privilegio de preparar la Cena de Pascua para Jesús y sus discípulos íntimos contemporáneos. ¡Qué afortunadas sois al ser elegidas de esta manera por el Señor para preparar Su Cena y para comer con Él. Todos vuestros sacrificios y oraciones están dirigidos a hacer posible la misión de Jesús en la tierra. La Iglesia y sus ministros dependen mucho de vuestra preparación y compromiso, de modo que la importante misión de la salvación, encomendada por Jesús su Iglesia, pueda realizarse. El poder de vuestra oración y sacrificio hará fructificar los esfuerzos de la Iglesia. Tomad conciencia del inmenso valor de vuestra vocación y quiera el Dios Trino ser glorificado y que sean devueltas a los cautivos y pobres su libertad y dignidad de hijos de Dios por medio de la oblación de vuestra vida consagrada.

Oremos juntos para que, por intercesión de nuestro santo padre, San Félix de Valois, perseveréis en vuestra preciosa vocación, mientras continuáis contemplando el rostro de Dios, gracias a los constantes raudales de su abundante gracia y amor.

Vuestro Hermano en la Trinidad,

Jose Narlaly, O.SS.T.

Ministro General

6

2

LIT. CIR. 18/2012

Letter to the to the Trinitarian Contemplative Sisters

On the Occasion of the 800th Anniversary

of the Death of St. Felix of Valois,

Co-Founder of the Order

My dear Sisters,

It is with great joy that I take the occasion to write to you. You have often written to me, assuring me of your prayers and good wishes especially on significant occasions and important Feasts of the Trinitarian Family. Every time I have visited a Trinitarian Contemplative Monastery, I have been warmly welcomed and graciously treated. Incidentally, I want to let you know that I was able to visit all our monasteries at least once during the past five years of my term as Minister General. Thank you, dear Sisters, for your silent dedication to prayer and penance, your love and respect for our holy founders, St. John de Matha and St. Felix of Valois, your veneration for our holy reformer, St. John Baptist of the Conception and your admiration for all our Saints, Blesseds and Venerables. According to the tradition, this is the 8th centenary of the death of St. Felix of Valois and towards the end of the year, we will begin the jubilee year of the 8th centenary of the death of St. John de Matha and the 4th centenary of St. John Baptist of the Conception. What memorable occasions to reflect with you on the nobility of our Trinitarian vocation, especially of the Trinitarian Contemplative vocation.

There are other important reasons as well to rejoice and thank God during this historical moment in which we are privileged to live and witness. Among the different centenaries we have recently celebrated or are celebrating, some of our monasteries have completed important milestones such as the monastery of Villoruela which has already celebrated 500 years of life while the reformed monastery of Madrid is concluding it 400th anniversary this year. Others have celebrated significant moments of shorter history. A few years ago, we were given the grace to celebrate the beatification of several Trinitarian martyrs including that of Blessed Francesca of the Incarnation of Martos, the first of our recent contemplatives to reach the glory of the altar. How could we let these special moments pass without thanking God jointly and joyfully for the many wonderful favors we have received from the Triune God during these many centuries of our Trinitarian life. It is also a moment to ask His forgiveness for our failings, especially in not being so faithful to our special vocation. Along with that, we raise our fervent prayers to the Most High so that we may live and radiate our charism and mission with greater enthusiasm and sincerity at this critical juncture in the history of the Church. In doing so, we will witness to the burning relevance of our vocation at a time when many consecrated men and women are going through the struggle of doubt and uncertainty.

As we turn to the life and message of Saints John and Felix, the testimony of St. John Baptist of the Conception, one thing is crystal clear. Our spiritual fathers eminently witnessed to the primacy of God in their lives. Their Trinitarian vocation was born from an intense and personal experience of God and this undeniable search and experience of God sustained them till the end. This is all the more evident in the life of St. Felix of Valois, who remains an unquestionable model for Trinitarian contemplative life. He is known to have been a hermit for many years, who ceaselessly sought and fulfilled God’s will in solitude and silence before he became an active and effective collaborator of our father, St. John de Matha. The wisdom and insights he gained from contemplative and silent prayer enabled him to cooperate with St. John de Matha in the process of their joint discernment of God’s will in the foundation and growth of the Order’s life and activities, especially in the initial stages. To prepare for anything significant and lasting in our personal and communitarian life, a great deal of prayer and quiet reflection are needed. Nothing good and lasting can be begun nor sustained without insistent prayer and discernment since all good comes from on High. Grace comes from God and what better means of drawing God’s grace than humble and persevering prayer. Our father Felix reminds of the need and value of contemplative prayer, that is, prayer from the heart.

My dear sisters, you have accepted the call to be contemplatives, that is experts of prayer and the experience of God. As with anything else in life, prayer demands a discipline, that of silence and recollection, essential qualities of our Father Felix. To center our attention on God and to remain united to His person and His love, we need an undivided heart. This is not possible without the desire and effort to ward off all unnecessary and futile interests and distractions of life. In other words, we need to silence our hearts, making every effort to be calm and peaceful both externally and internally. Both external and internal silence are necessary requirements to still our heart. Our dear sisters, Blessed Francisca of the Incarnation and Venerable Angela Maria of the Conception are outstanding examples of prayer and contemplation. They were able to be totally absorbed in God only thanks to their extraordinary spirit of silence and recollection. The grille that separates you from the noisy world and the Papal cloister that keeps out all outsiders and external distractions from disturbing you make sense only if you learn to keep inner silence as well. Turn to God often, rather, always. Let your sole thought be how to please God and let every effort be to seek and fulfill His holy Will. Humbly and confidently maintain an awareness of God’s presence in your hearts, in your cloister and in every prayer and activity. Surely, then God will fill your hearts with His marvelous love and peace, which no one can ever take away from you. In her Treatise on Prayer, Venerable Angela Maria of the Conception asserts: “God has such a great desire to give Himself completely that He will do so whenever any slightest opportunity is given to Him…” Creating and sustaining a sacred space within ourselves only for God results in belonging to God entirely. Thus, you own Him and He owns you. When we have God on our side, we do not lack anything. When we do not have Him, we lack everything.

St. Simon de Rojas is one of the greatest Trinitarian teachers of prayer. Among his privileged disciples were the contemplative communities of Villoruela and San Clemente. According to him, one of the reasons why we do not benefit sufficiently from prayer is because of the lack of adequate preparation and care. Since prayer is an interpersonal encounter, we should not make it neither a routine nor a superficial exercise, but rather, it should always aim at being more intimate, profound and frequent. Instead of expecting immediate results, we are to undergo a process of human and spiritual maturity. This maturity is attained through a continued personal asceticism and above all, through the working of the Holy Spirit.

Speaking about prayer and contemplation, another important theme comes to my mind. It is none other than the topic of formation. The quality of our life and service depends upon the quality of formation given and received. For such a rigorous way of life, such as yours, it is important that there is a greater scrutiny in selection of vocations and a more serious formation of the candidates. It is true that there is a real problem with the scarcity of religious vocations and the unavailability of good formators. However, we must make greater efforts to examine and verify the authenticity and suitability of the young women aspiring to be contemplatives as well as to use more reliable criteria before approving them for both temporary and Solemn profession, never cutting short the duration of the initial formation. If they are not gifted with the desire and effort to learn and practice prayer, and if they are not suited to the common life, it would be an utter failure to promote them to final profession. If there are not qualified Sisters among you to help with the discernment and formation processes, please do not hesitate to find religious and/or priests who can assist you with this important task. Aspects of human and intellectual formation, community life, prayer and contemplation are significant areas of consideration in the field of formation.

While speaking about vocations, I would like to draw your attention to the subject of international vocations. Filling the monastery with Sisters and maintaining the convent should not be the only important consideration in taking vocations from outside. Use every available means to determine the quality and suitability of vocations especially from outside your country and do not encourage the girls with financial motivations to help their families. They are to be well prepared culturally and linguistically and the receiving community also must be prepared with greater openness and understanding of the mentality and culture of those coming in. Otherwise there could be unnecessary sufferings and misunderstandings for both parties. It must be made clear to those who are coming from outside that they are entering contemplative life and all that it entails.

After having spoken about the importance of initial formation, we cannot ignore the relevance of on-going formation. We all need continued watch of our spiritual and fraternal life, timely updates on theological, ecclesial and religious developments. Our senior religious are in a position to pass on their experience and wisdom to the younger religious. While the physical energy diminishes with the advancement of age, our inner strength, fervor and faith should be maintained, thus giving an effective witness to the younger religious. I really admire the elderly sisters who have been faithful to their commitment to contemplative life for so many years. May God reward you abundantly for your fidelity and exemplary life.

I am happy to see the positive aspects of the Federation of Trinitarian contemplative sisters, especially the collaboration and cooperation among them. I am grateful to the Mother Federal and her Council for their committed service to the federation, especially in the area of formation. While I encourage them to continue in the path of communion and fraternity, I would like to encourage all of you, whether you are part of the Federation or not, to be even more open and sharing among the Trinitarian contemplative communities with both the material and spiritual goods. Thank you very much for your communion with the Trinitarian Family, especially your closeness to the Order. Your prayers and sacrifices for the sanctification of our Family are very much appreciated. May we, the Trinitarians, women and men, contemplative and active, continue to shine as examples of charity and communion wherever we are.

Before I conclude this letter, let me share with you a passage of the Holy Scripture that speaks about the Cenacle where the Lord’s Supper was prepared and celebrated:

On the first day of the Feast of Unleavened Bread, the disciples approached Jesus and said. “Where do you want us to prepare for you to eat the Passover?” He said, “Go into the city to a certain man and tell him, “The teacher says, “My appointed time draws near; in your house I shall celebrate the Passover with my disciples.”’ The disciples then did as Jesus had ordered, and prepared the Passover. (Mt.26:17-19)

My dear sisters, today your house is the Cenacle where Jesus has chosen to celebrate the Passover. You have been privileged to prepare the Passover for Jesus and his intimate disciples of today. How fortunate are you to be so chosen by the Lord to prepare His supper and to dine with Him. All your prayer and sacrifice is aimed at making the mission of Jesus possible on earth. The Church and her ministers depend much upon your preparation and commitment, so that her important mission of salvation, entrusted to her by Jesus, may be accomplished. The power of your prayer and sacrifice will fructify the efforts of the Church. May you recognize the tremendous value of your vocation and may the Triune God be glorified and the captive and the poor be restored to their freedom and to the dignity of God’s children through the oblation of your dedicated life.

Let us pray together that through the intercession of our holy father, St. Felix of Valois, you may persevere in your precious vocation as you sit and contemplate the face of God by the running streams of His abundant mercy and love.

Fraternally yours in the Trinity,

Fr. Jose Narlaly, O.SS.T

(Minister General).

Con motivo del 800 aniversario de la muerte de San Félix de Valois, el Ministro General de la Orden ha escrito un mensaje a las monjas trinitarias, el mismo que ahora publicamos en Comunion en español e Inglés.