Comunion Revista Comunion nº 34 - 2012 | Page 12

Juan de Mata, fundador de la orden trinitaria, fue un intrépido seguidor de Jesús de Nazaret en los tiempos convulsos que le tocó vivir. Supo dar respuesta a pesar de que su sociedad, como la nuestra, también estaba en proceso de cambio, un cambio profundo y determinante, un cambio de época. Y lo hizo a pesar de su avanzada edad. Para nuestros días nos parece una persona joven, casi es lo habitual tomar decisiones importantes en la vida con 35 años. Pero si comparamos la sociedad de Juan de Mata a la nuestra acertaremos más si imaginamos un hombre de unos 55 años. Además Juan de Provenza, como le llaman los documentos más antiguos de la orden, remarcando su origen provenzal, acababa de llegar a lo más alto de la escala académica. Acababa de ser nombrado “maestro en teología”, lo que hoy podríamos equiparar a un catedrático de teología, nada más y nada menos en la que sería en pocos años la Universidad de París. Así que nos encontramos con un hombre que naturalmente está más llamado al aposentamiento que a la intrepidez, con su reconocimiento social y su edad madura. Pero desde luego si hay algo claro de Juan de Mata es que es un hombre buscador, inquieto, de esos que tal vez conozca el lector, que no se deja abatir por la edad o por las circunstancias. Una persona que se deja tocar por la realidad, que no se escuda en la teoría sino que ésta está alimentada por lo que pasa por su corazón.

Esto es lo chocante y estimulante para nuestra sociedad, 800 años después de su vida. Su búsqueda le lleva a dejar atrás todos los honores y a arriesgar… en plena crisis y arriesgando ¡qué locura! Apoyado por su profundo deseo de hacer la voluntad del Padre, da un paso hacia adelante, a pesar del miedo, y de la incertidumbre.

San Juan de Mata, semblanza en perspectiva femenina

¡Ponerse a viajar a tierra de moros con su edad! Otra locura, peor que la anterior…. Y todo con el profundo convencimiento de que la fe en Cristo es un tesoro valioso, tan valioso como el aire que respiramos, si lo pierdes tus células se mueren. Así surca los mares y viaja por los caminos buscando rescatar a quienes están el peligro de apostatar, de renunciar a su fe en Cristo.

No lo hace solo, su inquietud nace del Evangelio, de la búsqueda sincera de Dios Trinidad, que es Comunión en el Amor. Desde el lugar silencioso y solitario de Cerfroid, al norte de París, sueña, junto con un grupo de ermitaños, una comunidad y un compromiso trinitarios.

Con la mirada puesta en la Trinidad, con el deseo de ser iconos de esa Ternura y esa relación de Amor funda la primera comunidad trinitaria apoyado con los bienes de algunas mujeres, como Jesús en el Evangelio.

No quiere ser un funcionario rescatador de cautivos, quiere ser libre para poder liberar a otros, quiere impregnarse del Misterio trinitario para ser libertador allende los mares y acá en su tierra, abierto a cualquier persona que acuda a su casa.

No cabe más que pedir a Dios Trinidad, por la intercesión de este Santo libertador que nos despoje de todo lo que nos ata para poder volar libres hacia Él. Amén.

Hna. María Urkiza,

Comunidad de Trinitarias de Suesa

(Cantabria – España)