Comunion Revista Comunion nº 29 - 2012 | Page 5

Ho passato 8 anni ad Anosibe An’Ala. Là ho costruito una sala parrocchiale e una casa per i catechisti, un edificio di 30 metri. Visto questo successo edilizio i superiori mi hanno chiamato a dirigere la costruzione del Tempio alla Trinità a Moramanga.

Nel 1981 fui chiamato nella Capitale come Superiore, Delegato Generale e Maestro dei giovani chierici. Ma, appena due anni dopo, sono stato coinvolto a operare nelle carceri di Antananarivo come cappellano.

Nei primi tempi la mia azione era solo a carattere religioso e spirituale. Negli ultimi anni abbiamo lavorato nel campo giuridico a difesa dei diritti umani, tanto che sono stato fatto membro della prima Commissione nazionale dei diritti umani del Madagascar, unico non malgascio.

L’attività delle carceri, che proprio non pensavo di fare, mi ha preso più di tutto, non per bravura mia, ma perché un insieme di circostanze e di persone provvidenziali che si sono associate a collaborare, hanno fatto sviluppare un organismo multifunzionale l’ACP (Aumônerie Catholic des Prisons) a favore dei carcerati, delle loro famiglie, specialmente dei figli e dei ex detenuti, ecc.

Confrontando l’opera sorta e le mie limitate capacità ho capito il grande Amore di Dio-Trinità per la sofferenza disumana, atroce, ingiusta a cui erano sottoposte tante persone che per la maggior parte avevano la sola colpa di essere poveri. Un’opera carismatica trinitaria riconosciuta da tutti i vescovi locali.

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Profesion Solemne en el Monasterio Trinitario

de Santa Ana -Alcala la Real - Jaen (España)

abundante, aparecen en mí memoria, no sólo de conocer y de buscar el Rostro de Dios, sino más aún, la intención de estar junto a El, vivir en su casa. ¡Cuán ardientes eran mis deseos de conocer a Jesús! Cuando apenas había empezado a leer, aún sin saber el significado de lo que leía, encontré en la vida de Jesús el pasaje cuando sus discípulos le preguntaron: ¿en dónde vives? y El les contestó: “Venid y lo veréis”. Yo también era como uno de ellos, yo también quería saber dónde vive Jesús, y al enterarme de la existencia de la Orden de la Santísima Trinidad, no dudé en dejar mi tierra, familia… para cruzar la frontera y entregar mi vida entera sólo para El.

Dificultades para realizar mi vocación las he tenido y las tendré, pero para Dios nada hay imposible, sólo decir “sí” y El hará lo demás.

Pero a pesar de las dificultades, alegrías y tristezas, he sido y sigo contenta, estando convencida de que es Dios quien guía mi vida, pudiendo decir con Jesús: “El que me envió está conmigo, y no me dejará sola, porque yo hago siempre lo que a El le agrada”.

El amor consagrado abarca toda mi vida. Gracias a Ti, Oh Santísima Trinidad por haberme hecho conocer la dulzura de tu AMOR; estando a mi lado, por donde quiera que me lleves soy feliz.

“Me ha tocado un lote hermoso, me encanta mi heredad”.