Comunion Revista Comunion nº 20 - 2012 | Page 7

Ho passato 8 anni ad Anosibe An’Ala. Là ho costruito una sala parrocchiale e una casa per i catechisti, un edificio di 30 metri. Visto questo successo edilizio i superiori mi hanno chiamato a dirigere la costruzione del Tempio alla Trinità a Moramanga.

Nel 1981 fui chiamato nella Capitale come Superiore, Delegato Generale e Maestro dei giovani chierici. Ma, appena due anni dopo, sono stato coinvolto a operare nelle carceri di Antananarivo come cappellano.

Nei primi tempi la mia azione era solo a carattere religioso e spirituale. Negli ultimi anni abbiamo lavorato nel campo giuridico a difesa dei diritti umani, tanto che sono stato fatto membro della prima Commissione nazionale dei diritti umani del Madagascar, unico non malgascio.

L’attività delle carceri, che proprio non pensavo di fare, mi ha preso più di tutto, non per bravura mia, ma perché un insieme di circostanze e di persone provvidenziali che si sono associate a collaborare, hanno fatto sviluppare un organismo multifunzionale l’ACP (Aumônerie Catholic des Prisons) a favore dei carcerati, delle loro famiglie, specialmente dei figli e dei ex detenuti, ecc.

Confrontando l’opera sorta e le mie limitate capacità ho capito il grande Amore di Dio-Trinità per la sofferenza disumana, atroce, ingiusta a cui erano sottoposte tante persone che per la maggior parte avevano la sola colpa di essere poveri. Un’opera carismatica trinitaria riconosciuta da tutti i vescovi locali.

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Paella Solidaria en Salamanca (España)

Otro año más, el pasado 27 de mayo, la Parroquia San Juan de Mata de Salamanca volvió a celebrar la tradicional Paella Solidaria. Como no podía ser de otra manera, la respuesta de la gente fue muy buena, lo que hizo que una vez más resultase un perfecto día de convivencia y solidaridad.

La recaudación obtenida en esta edición rondó, una vez realizados los pequeños gastos pendientes, los 1.200 €, que irán destinados a las obras sociales mantenidas por los Trinitarios en Colombia o Madagascar. Esta cantidad fue conseguida gracias a todas aquellas personas que pagaron 5 € a cambio de un buen plato de paella, bebida, postre y pan, pero también gracias a la desinteresada colaboración que realizan tanto el laicado trinitario como los pequeños negocios del barrio de San Bernardo, una empresa de congelados situada en un pueblo cercano a la ciudad y el ejército, que nos aportan gratuitamente el arroz, la carne, los congelados necesarios, el pan y la paellera.

Una vez más, el éxito de esta nueva edición de la Gran Paella Solidaria, se debió a los habituales colaboradores que año tras año se dejan la piel ayudando al grupo de jóvenes de la parroquia: catequistas, el Sr. Eduardo (conserje de la casa), la comunidad de religiosos… En esta ocasión se echó mucho de menos la presencia de las habituales cocineras, Yolanda y Maricarmen, que no pudieron acudir por tener distintos compromisos, aunque contamos con una “suplente” de lujo que aportó un poquito de su tiempo para hacer posible esta paella.