Aprobación del martirio de los Siervos de Dios de Álcazar de San Juan
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Con gran alegría os comunicamos que la plenaria de cardenales y obispos de la Congregación de las Causas de los Santos, reunida el día 15 de mayo de 2012, ha aprobado el proceso de martirio de los siervos de Dios Hermenegildo de la Asunción, Buenaventura de Santa Catalina, Francisco de San Lorenzo, Placido de Jesús, Antonio de Jesús María y el hermano Esteban de San José, para que pueda ser presentado al Santo Padre, en orden a la promulgación del decreto de martirio que dará vía libre a su beatificación.
Los padres de la comunidad de Alcázar de San Juan dieron testimonio de Cristo con su sangre junto a la comunidad de franciscanos de la misma localidad y un novicio dominico de paso por allí, la madrugada del día 26 de julio de 1936. El hermano Esteban no murió con ellos, pues fue internado en el Asilo por estar enfermo y de allí pasó a la cárcel de la que fue llamado a dar la suprema protestación de su fe el 12 de septiembre de 1936.
La comunidad de Alcázar se dedicaba, como hasta hoy, a regentar el colegio que tanta honra ha dado a la Orden en esos contornos, ya entonces se enorgullecía de haber proporcionado instrucción a gran parte de los niños del pueblo: el P. Plácido, brillante doctor en filosofía y teología por la Universidad Gregoriana de Roma, era el director del colegio, respetado y querido por sus alumnos que en el proceso hablaban de él con admiración. P. Buenaventura era el profesor de los más pequeños, dotado de una gran voz les enseñaba las tablas cantando, era jovial y tenía plena confianza en el cariño de los alcazareños a los que había educado, así como el de tantos pobres a los que había buscado trabajo, su caridad era tal que exigía a los padres de los alumnos únicamente la cuota que podían costear, siendo muchos los niños que estudiaban gratuitamente. El P. Francisco era el director de la Adoración Nocturna a la que pertenecía el Beato Santos Cejudo, que descansa con ellos en la Iglesia conventual, y también del grupo de Tarsicios con los que hacía una gran pastoral de la infancia; gran cantor y jovial se hacía ayudar del P. Buenaventura en estas actividades. El P. Antonio era el organista, músico de vocación, fue el compositor del famoso himno a Jesús Nazareno que todos los hijos de Alcázar (naturales o adoptivos) hemos cantado con devoción cientos de veces. El hermano Esteban también brilló por su gran caridad, repartiendo comida a muchos pobres de lo que guisaba en el convento para los frailes. El P. Hermenegildo, ministro del convento, gran director de almas y acertado confesor, acababa de llegar a esta casa, pero consciente del peligro profetizó que no había llegado allí para ejercer de superior sino para el sacrificio.
Ninguno quiso huir, ninguno quiso separarse de sus hermanos y juntos recibieron la palma de la victoria. Pidamos al Señor poderlos ver pronto en los altares.
siendo muchos los niños que estudiaban gratuitamente. El P. Francisco era el director de la Adoración Nocturna a la que pertenecía el Beato Santos Cejudo, que descansa con ellos en la Iglesia conventual, y también del grupo de Tarsicios con los que hacía una gran pastoral de la infancia; gran cantor y jovial se hacía ayudar del P. Buenaventura en estas actividades. El P. Antonio era el organista, músico de vocación, fue el compositor del famoso himno a Jesús Nazareno que todos los hijos de Alcázar (naturales o adoptivos) hemos cantado con devoción cientos de veces. El hermano Esteban también brilló por su gran caridad, repartiendo comida a muchos pobres de lo que guisaba en el convento para los frailes. El P. Hermenegildo, ministro del convento, gran director de almas y acertado confesor, acababa de llegar a esta casa, pero consciente del peligro profetizó que no había llegado allí para ejercer de superior sino para el sacrificio.
Ninguno quiso huir, ninguno quiso separarse de sus hermanos y juntos recibieron la palma de la victoria. Pidamos al Señor poderlos ver pronto en los altares.
P. Plácido de Jesús