El Centenario puede ser un buen trampolín para seguir avanzando en este campo, pero dependerá mucho de las personas y los equipos, que tengan ideas claras, proyectos reales y que respeten las diversas identidades. Es decir, que pisen suelo y no se vayan por las nubes.
3. ¿Habría que rejuvenecer estas dos figuras para ofrecerlas hoy al mundo?
La Nueva evangelización, que se nos está proponiendo para el próximo Sínodo de los Obispos, exige ante todo testimonios, o más bien testigos. Nuestros santos son testigos de su tiempo y nos deben animar a serlo nosotros. Si rejuvenecer es quitar las barbas a nuestros santos y darles un rostro más juvenil, a lo mejor nos vendría bien, ¿por qué no representar a San Juan de Mata y San Juan Bautista en nuestros iconos, con un rostro más juvenil? El testimonio de nuestros santos es siempre actual (joven), somos nosotros los que debemos ser ahora testigos del carisma que ellos iniciaron. Es nuestro estilo de vida, nuestras obras, nuestras formas de ser y estar
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en el mundo, de trabajar por el reino, lo que hará rejuvenecer el mensaje de nuestros santos.
4. Finalmente, ¿cómo presentarías a los jóvenes en formación a nuestros dos santos?
Con orgullo y sin complejos, pero con mucha humildad, no son S. Francisco de Asís ni Santa Teresa. Nuestros santos son desconocidos fuera de nuestro ámbito. La grandeza de nuestros santos está en su testimonio de vida, que vivieron en su contexto. Ellos supieron responder a la llamada de Dios en un momento concreto de la historia, también nuestros jóvenes en formación tienen que responder a una llamada y tienen que dar una respuesta, como lo hicieron nuestros santos. En este campo no hay nada que inventar, su testimonio y sus obras están ahí, pero hay que contextualizarlo, con un lenguaje actual. Presentar a nuestros santos con naturalidad, desde una ecología de lo humano, sin milagritos y cosas parecidas que desvirtúen su humanidad y su espiritualidad.