Según Jorge Francisco Saénz Carbonell (2009),
las sociedades primitivas empezaron a crear las primeras
“normas” que regían su sociedad. Estas procedían de
conductas y actos que se repetían una y otra vez en la
sociedad y a las que le fueron a dar carácter obligatorio.
También conllevaban un tipo de sanción si no se obedecían.
No ha existido ninguna sociedad, por más primitiva que
fuese, que hubiese sido amoral (Ramírez, 2012).
Una mirada a los valores, a través de los ojos de un abogado
Por Janella Morales Solano
Desde el antigüo Imperio Romano, se les ha
confiado a aquellos que estudian y crean los sistemas
normativos, la aplicación de la justicia y la responsabilidad
de velar por la seguridad y bienestar de aquellos que se
amparan por dicho sistema. La mayoría del tiempo se le
conceptualiza a los abogados como personas que siempre
están en medio de un conflicto, muchas veces que incitan
a un conflicto. Que memorizan las normas que rigen a la
sociedad y las tienen que aplicar al pie de la letra, sin ningún
juicio de valor sobre el asunto. Pero muy pocos en realidad
se dan cuenta que detrás del arte de la argumentación
y todas las normas escritas, la moral y la ética juega un
papel muy grande en la vocación del abogado. No sólo es
una fuente de interpretación del derecho (las costumbres
y tradiciones) sino que a veces una convicción moral
constituye la razón misma del por qué una persona decidió
convertirse en abogado.
Para hablar de la labor de un abogado y su relación
con los valores, primero se debe empezar por definir la
moral y cómo se originan los sistemas normativos.
Según Adelia Cortina y Emilio Martínez, la moral
es “un conjunto de principios, preceptos, mandatos,
prohibiciones, permisos, patrones de conducta, valores e
ideales de vida buena que en su conjunto forman un sistema
más o menos coherente, propio de un colectivo concreto
en determinada época histórica…la moral es un sistema de
contenidos que refleja una determinada forma de vida.”
Carlos Chinchilla Sandí (2007) explica en su trabajo que la
moral es de tipo valorativa, lo que significa que establece
una distinción entre lo bueno y lo malo. También se dice
que es normativa, en cuánto ordena hacer el bien y no
hacer el mal. Comúnmente se le denomina valores morales
a estas conductas, pero si se intenta definir, se puede ver
que son más complejas que solamente los valores que le
enseñan a las personas en primaria. Dichos valores pueden
ser la tolerancia, responsabilidad, honestidad, etc.
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Las sociedades modernas ahora tienen un proceso
más complejo de crear normas jurídicas, para empezar las
tienen por escrito y no son fácilmente modificables, pero
el principio es el mismo. Todas las normas regulan algo
que se ha repetido por un largo tiempo en la sociedad,
casi todos lo aplican y la mayoría lo conoce. Asímismo,
según la pirámide de Kelsen (es una pirámide que ilustra
la jerarquía de las normas y cuáles tienen prioridad a la
hora de aplicarse en un caso específico y para interpretar
el Derecho) las tradiciones y las costumbres constituyen
un medio para interpretar la ley.
Como consecuencia, se podría afirmar que las
normas jurídicas mismas son un reflejo de la moral de una
sociedad, y se aplica de acuerdo a lo que esa sociedad
considere correcto y justo. Incluso existen principios del
Derecho, como los que se pueden apreciar en el Código
Civil, en el que se toman en cuenta “las buenas costumbres”
y la “buena fe”.
El día a día de un abogado consiste en lidiar con
los valores arraigados en la sociedad y con los propios.
Por ejemplo, existe la noción malinterpretada de que los
abogados son unos “sinvergüenzas” y que defienden a
personas que hicieron algo indebido y ellos lo saben. Esto
es sólo unos de los estereotipos negativos que ha recibido
la profesión a causa de unos pocos que obraron mal o
simplemente porque no entienden lo que hay detrás.
Algo que puede ilustrar este punto es que en el
Código de Ética del Colegio de Abogados de Costa Rica
establece que un abogado debe estudiar a fondo cada caso
antes de aceptarlos. También establece que una vez que
tome un caso no puede renunciar a él, salvo por ciertas
excepciones específicas. Sumado a estos dos puntos, está
el hecho de que un abogado puede elegir no tomar un
caso si este atenta contra sus principios morales.
Dicho esto, considere que hay abogados que defienden a