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14 FORMALIZAR PARA CRECER Y VIVIR SEGUROS
Después de negociaciones al más alto nivel político,
las autoridades estadounidenses aceptaron la posición
peruana y la confirmaron dentro del convenio firmado
con el Perú el 14 de mayo de 1991. En él se reconocía
que los cocaleros no eran por definición narcotrafican-
tes sino productores extralegales; que la estrategia re-
presiva tenía que ser dirigida exclusivamente contra los
narcotraficantes; y que la mejor manera de combatir al
narcotráfico era creando una alianza entre el Gobierno
y los agricultores por la vía de políticas que prioricen la
participación democrática, los derechos de propiedad y
algunas medidas de desarrollo alternativo favorable al
medio ambiente.
Concretamente, el convenio estipula que: “Los campesi-
nos cocaleros constituyen una clase económica y social
muy distinta a la que conforman las personas dedicadas
al narcotráfico. Los primeros son pobres y se dedican
a esta actividad mayormente por razones de subsisten-
cia, porque no pueden ingresar legalmente a otra; los
segundos son prósperos y no enfrentan barreras de ese
tipo”.
Javier Pérez de Cuellar da su apoyo para convertir a los campesinos de zo-
nas en conflicto en “Interlocutores Válidos”. Para acompañar a Hernando
de Soto la ONU asignó a Giorgio Giacomelli, Director Ejecutivo de su
Programa de Control de Drogas.
La recategorización permitió sacar de la criminalidad
a los campesinos y asimilarlos a las Fuerzas Armadas,
creando las condiciones que les permitieron ganarle la
guerra a SL en el campo un año antes que Abimael Guz-
mán fuera capturado en Lima ya sin combatientes que
lo protegieran.
Todo ello fue posible gracias al apoyo recibido por va-
rios congresistas y senadores de los EE.UU, y por Javier
Pérez de Cuellar en su posición de Secretario General
de la ONU. Ellos nos ayudaron a que las nuevas catego-
rías sean reconocidas por los organismos competentes
internacionales. Merece una mención especial el vice-
presidente de los EEUU Dan Quayle, su jefe de gabine-
te Bill Kristol y el entonces Secretario de Defensa Dick
Cheney, quienes nos facilitaron llevar el tema a la Casa
Blanca, reunirnos con el Presidente George H. W. Bush
y su Jefe de Seguridad Nacional Bent Scowcroft y sellar
el acuerdo con el Perú creando así las condiciones para
ganar la guerra.
Una anécdota que vale la pena rescatar es la siguiente:
en la reunión en la Casa Blanca, al explicarle al Presi-
dente Geroge H.W. Bush el papel que jugaban los cam-
pesinos anti-subversivos en la guerra, se le iluminó la
cara y dijo: “lo que usted me está diciendo es que ellos
(“these little guys”) están con nosotros”. Él había enten-
dido perfectamente el tema.
Los que facilitaron el Convenio Antidrogas y Antisubversivo entre los
EE.UU. y el Perú. De izquierda y derecha el vicepresidente de los EEUU
Dan Quayle, su Jefe de Gabinete Bill Kristol y el entonces Secretario de
Defensa de la Casa Blanca, Dick Cheney.