¿Cómo fue el seminario de contacto de Osnabruck? ¿Te
llevaste una buena impresión?
El Seminario fue una de las mejores experiencias que he
tenido tanto a nivel personal como profesional. Las personas
que allí conocí me abrieron la mente y me animaron a
lanzarme a un proyecto tan grande como este.
¿Fue fácil decidir con qué países querías colaborar?
Pues yo pensaba que iba a ser mucho más difícil. Iba bastante
asustada porque sabía que tenía responsabilidad y que debía
volver con un proyecto ¡Pero no llegué a necesitar vender el
colegio! En la primera noche, hicimos una cena basada en
alimentos típicos de cada país. Yo, junto a los otros tres
españoles, puse los alimentos que habíamos pensado desde el
cole, pero en vez de quedarme en la paraeta decidí moverme
a investigar el resto de países. Así empecé a hablar con mucha
gente, preguntando de dónde eran y qué habían traído ellos
para comer. Así conocí a Hartmut (Alemania) y Mike (Polonia) y
los tres nos llevamos tan bien que decidimos hacer un
proyecto juntos. Así que los dos días siguientes el trabajo fue
más fácil porque sólo teníamos que reclutar a algún socio más
y diseñar el proyecto. La experiencia fue muy enriquecedora.
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