Es el color del fuego y de la sangre. Por un lado representa el amor, el calor, la sensualidad y la pasión mientras que, por otro, simboliza rebelión y peligro.
Activa la circulación, por lo que acelera las palpitaciones, eleva la presión arterial y acelera la respiración.
Es el color de la vitalidad y la acción, y ejerce una gran influencia sobre los estados de ánimo. Si se encuentra en grandes cantidades produce sensación de agobio, mientras que en pequeños detalles provoca calidez.
En su aspecto negativo puede generar actitudes agresivas.
Suele muy empleado en publicidad por ejemplo para productos asociodos a lo masculino como coches, cigarrillos, espumas de afeitar... También se utiliza en productos que se adquieren por impulso como el chocolate y para productos de alimentación, ya que se asocia con calidad y valor.
En el caso de las cadenas de comida rápida, el rojo da energía a los consumidores y los anima a ir más rápido, estimulando así el flujo de personas.
También está presente en todas las advertencias y prohibiciones.