CODEX VM MAGAZINE Codex VM Magazine 1.02 Febrero 2017 | Page 8

Conciencia y elección

Uno de los primeros actos que hacemos al nacer es alimentarnos. No como mera ceremonia de subsistencia, sino como un acto de amor. En ese momento del primer amamantamiento se tejen huellas imborrables en la psiquis del cachorro humano.

Así aparece el acto de alimentación como un momento fundante, donde no sólo se alimenta un cuerpo físico, sino que también se nutren el cuerpo psíquico y el cuerpo espiritual.

La tríada de estos cuerpos (físico, mental y espiritual) se van retroalimentando con cada acto que toma parte en la vida del ser humano. En un ir y venir de energías, los cuerpos van bailando con un compás infinito que marca la armonía del ser en su totalidad.

El otro maternante funda al sujeto, le da posibilidad de ser, lo realza a la categoría de sujeto, simplemente por amor. El primer vínculo con el cual se funda este lazo social es con y por amor.

Y así es como la alimentación va a pasar a ser ese acto más profundo de amor hacia el otro. El niño come por amor a su madre. De la misma manera, la madre da de comer a su cachorro, con responsabilidad y amor hacia el cuerpo del pequeño que va creciendo.

Ahora bien, ¿cómo nos brindamos hacia ese niño que va creciendo? ¿Qué calidad de tiempo le otorgamos? ¿Qué prioridad le damos al momento de alimentación?

¿Qué alimentos elegimos para nuestros hijos, para aquellos de quienes nosotros somos responsables?

Tomar conciencia de estas dimensiones, de la importancia del momento de alimentación y de cuán importante es saber elegir qué alimentos son buenos y cuáles de ellos no; es una tarea fundamental para estos tiempos que corren.

Antiguamente el momento de la alimentación era un momento de ceremonia, un momento de agradecimiento y de compartir con los otros. Un momento de encuentro. Rescatar estos valores, ser más tolerantes con nuestros tiempos y con lo que enseñamos a nuestros niños. Escuchar a nuestro yo interior, decodificar y dar tiempo para sentir como el alimento toma parte y se hace uno conmigo.

¿Cómo me siento con lo que ingiero? ¿Me hace bien? Escuchar el corazón y alimentar el alma son los mejores condimentos para una buena salud. Saber elegir, preguntarnos de dónde viene aquello que voy a ingerir, ¿será bueno para mi cuerpo? ¿Qué información trae? ¿Soy agradecido con lo que tengo? ¿Con lo que la tierra me da?

Somos parte de una inmensidad, de un Todo divino que confluye con cada uno de nosotros. Y en cada acto que realizamos ese todo se manifiesta y se da a conocer. Jamás podríamos entendernos como seres individuales, de esa forma sólo parcializamos y minimizamos la inmensidad que nos crea y de la que somos parte inseparable.

8

FUNDANTE

DeL SUJETO

LA ALIMENTACIÓN COMO

Fotos TRECE LUNAS

[email protected]