El duro regreso de la industria
automotriz en México
México es el séptimo productor de autos, cuarto
exportador y quinto fabricante de autopartes. Su
importancia en la economía radica también en que es
el primero en proveer a Estados Unidos, pues el 39% de
piezas que usan las armadoras de esa nación provienen
de territorio azteca.
Asimismo, esta industria representa 3.8% del Producto
Interno Bruto mexicano. Uno de cada tres dólares que
entró al país por comercio exterior en 2019, provino
de la manufactura de vehículos, situación que se vino
abajo cuando China fijó el cerco sanitario.
La pausa forzada a la producción en México, establecida
primero en el extranjero, implicó que en marzo las
exportaciones de esa industria cayeran de 6.4% a 77.1%
en abril.
Tras meses de paro de labores, la reanudación de la
industria traería cerca de un millón de empleos en
México, motivo por el cual los gobiernos de los tres
países que conforman el T-MEC priorizan mecanismos
para asegurar la salud pública de cada uno de los
trabajadores.
Como en el resto de los sectores, el retorno será
escalonado, esto quiere decir que se volverá con un
porcentaje menor al total, es decir, de un 30 a 50% de
su plantilla rutinaria, esto en función a los semáforos de
salud.
BMW en San Luis Potosí; FCA en estado de México y
Coahuila; Nissan en Aguascalientes; GM en Guanajuato
y Coahuila; Ford en Sonora; Toyota en Baja California y
Guanajuato ya advirtieron que de manera gradual, con
turnos escalonados, empiezan operaciones.
El regreso que, en algunos lugares fue desde las últimas
semanas de mayo y principios de junio, se realizó con
lineamientos y protocolos de seguridad sanitaria en sus
plantas productivas para no poner en peligro la salud
de los trabajadores, de acuerdo con la Secretaría de
Salud en coordinación con el Instituto Mexicano del
Seguro Social (IMSS), la Secretaría de Economía (SE) y la
Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS).
Pero los aspectos sanitarios no son los únicos que
preocupan, pues otro tópico a tomar en cuenta es el
aplazamiento de la entrada en vigor del T-MEC. Este
plantea nuevos retos para la industria, pues exige el
cumplimiento del Valor de Contenido Regional (VCR),
es decir, un porcentaje que indica en qué medida se
produjo una mercancía con insumos y mano de obra de
la región del tratado. A diferencia del TLCAN, el T-MEC
eleva el porcentaje a 66%, cifra que se incrementará de
manera paulatina, hasta llegar, en tres años, a un 75%.
Además, para que los vehículos sean considerados
originarios de la región, se debe comprobar que el
70% del acero y aluminio incorporados a ellos también
provenga, en origen, de cualquiera de los tres países
adscritos al tratado.
Por otra parte, el T-MEC obliga a la industria automotriz
a cumplir con un porcentaje mínimo de Valor de
Contenido Laboral (VCL), es decir, una proporción
obligatoria del valor del vehículo que sea producida
por trabajadores con un sueldo “alto”, de 16 dólares la
hora o más. Para el caso de vehículos ligeros, el mínimo
solicitado será, en un inicio, 30% del valor del vehículo,
que subirá hasta 40% en un periodo de tres años;
respecto a los vehículos pesados, el porcentaje fijo será,
desde el principio, 45%.
En conclusión, dicho sector no solo debe adaptarse a las
disposiciones que modificarán su modelo tradicional
de operación, y que probablemente entren en vigor
el 1 de julio, sino que, además, tiene que enfrentar
las afectaciones ocasionadas por la pandemia del
COVID-19, complicando un poco más el retorno
económico de este importante pilar industrial.
09 • @revistaclaseempresarial