Clase Empresarial.MX Julio 2020 | Page 10

El duro regreso de la industria automotriz en México México es el séptimo productor de autos, cuarto exportador y quinto fabricante de autopartes. Su importancia en la economía radica también en que es el primero en proveer a Estados Unidos, pues el 39% de piezas que usan las armadoras de esa nación provienen de territorio azteca. Asimismo, esta industria representa 3.8% del Producto Interno Bruto mexicano. Uno de cada tres dólares que entró al país por comercio exterior en 2019, provino de la manufactura de vehículos, situación que se vino abajo cuando China fijó el cerco sanitario. La pausa forzada a la producción en México, establecida primero en el extranjero, implicó que en marzo las exportaciones de esa industria cayeran de 6.4% a 77.1% en abril. Tras meses de paro de labores, la reanudación de la industria traería cerca de un millón de empleos en México, motivo por el cual los gobiernos de los tres países que conforman el T-MEC priorizan mecanismos para asegurar la salud pública de cada uno de los trabajadores. Como en el resto de los sectores, el retorno será escalonado, esto quiere decir que se volverá con un porcentaje menor al total, es decir, de un 30 a 50% de su plantilla rutinaria, esto en función a los semáforos de salud. BMW en San Luis Potosí; FCA en estado de México y Coahuila; Nissan en Aguascalientes; GM en Guanajuato y Coahuila; Ford en Sonora; Toyota en Baja California y Guanajuato ya advirtieron que de manera gradual, con turnos escalonados, empiezan operaciones. El regreso que, en algunos lugares fue desde las últimas semanas de mayo y principios de junio, se realizó con lineamientos y protocolos de seguridad sanitaria en sus plantas productivas para no poner en peligro la salud de los trabajadores, de acuerdo con la Secretaría de Salud en coordinación con el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), la Secretaría de Economía (SE) y la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS). Pero los aspectos sanitarios no son los únicos que preocupan, pues otro tópico a tomar en cuenta es el aplazamiento de la entrada en vigor del T-MEC. Este plantea nuevos retos para la industria, pues exige el cumplimiento del Valor de Contenido Regional (VCR), es decir, un porcentaje que indica en qué medida se produjo una mercancía con insumos y mano de obra de la región del tratado. A diferencia del TLCAN, el T-MEC eleva el porcentaje a 66%, cifra que se incrementará de manera paulatina, hasta llegar, en tres años, a un 75%. Además, para que los vehículos sean considerados originarios de la región, se debe comprobar que el 70% del acero y aluminio incorporados a ellos también provenga, en origen, de cualquiera de los tres países adscritos al tratado. Por otra parte, el T-MEC obliga a la industria automotriz a cumplir con un porcentaje mínimo de Valor de Contenido Laboral (VCL), es decir, una proporción obligatoria del valor del vehículo que sea producida por trabajadores con un sueldo “alto”, de 16 dólares la hora o más. Para el caso de vehículos ligeros, el mínimo solicitado será, en un inicio, 30% del valor del vehículo, que subirá hasta 40% en un periodo de tres años; respecto a los vehículos pesados, el porcentaje fijo será, desde el principio, 45%. En conclusión, dicho sector no solo debe adaptarse a las disposiciones que modificarán su modelo tradicional de operación, y que probablemente entren en vigor el 1 de julio, sino que, además, tiene que enfrentar las afectaciones ocasionadas por la pandemia del COVID-19, complicando un poco más el retorno económico de este importante pilar industrial. 09 • @revistaclaseempresarial