CIOSAD News CIOSAD News - EDICIÓN FEBRERO MARZO 2018 | Page 27
Al sur del planeta existe un país. En el
país hay una gris ciudad y en su
corazón, un edificio morado.
En lo alto del edificio una azotea, y en
ella se escucha un quejido semejante
al ulular de un búho. Quien se
lamenta es la cuerda de tender de
nailon verde, que solitaria se agita con
el viento al atardecer.
En el mundo existen un sinfín de
cuerdas, y ella lo sabe. Las hay
blancas de algodón, metálicas y de
alambre, conoce a cuerdas que se
extienden en pleno prado y a otras
que viven encerradas en los patios de
luces.
Ella se sentía especial, un día el
vecino del quinto la escogió de entre
las decenas de cuerdas que había en
el supermercado. Desde entonces su
hogar fue la azotea, allí era feliz
acompañada por los pájaros y la ropa
de toda la comunidad. Pero hoy, con
el pasar de los años, la cuerda
gastada y deslucida, se encuentra
más sola que nunca. Nadie la usa
para tender, los vecinos tienen miedo
a que se rompa con un soplo de
viento.
A quien más echa de menos es a sus
amigas las pinzas, a las de madera y
L a cuerda de tender
plástico, que tienen el mismo trabajo,
pero son bien distintas.
Las pinzas de madera son muy
sabias, cuentan historias sobre
bosques y animales; han viajado tanto
que hablan todas las lenguas del
mundo.
Las pinzas de plástico son más
alegres y coloridas. Las de color rosa
eran sus favoritas, son coquetas y
finas y las primeras en colocarse para
sujetar las prendas femeninas. Las
rojas son las más picaras, se ciñen
fuertemente a las sábanas para que
les cuenten las pasiones más íntimas
de los que allí duermen.
Mientras que la cuerda gime y se
tensa; el vecino de tercero piensa en
ella. Su hija le ha pedido una comba
nueva para jugar, y ha decidido
reciclar la cuerda que nadie usa para
tender. Esa misma tarde, la cuerda se
despide de la azotea, del sol y las
aves y sorprendida, descubre que en
plena madurez la vida te puede dar
una segunda oportunidad.
Desde entonces, cuando alguna
pinza se cae desde el tendedero, la
cuerda le abraza y la esconde en el
baúl de los juguetes. Y por las noches
mantienen largar charlas y sacan a
tender sus recuerdos.
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