L
OS CARAS
MA MONEDA
Nosotros acá en la villa fundamos primero un
colegio secundario y después un jardín de in-
fantes, y tenemos la idea de armar una escuela
primaria. Pensamos que hay que reinventar
la escuela. La escuela pública muchas veces no
está preparada para recibir a los “cabezudos” en
primaria o a los “complicados” en secundaria,
porque se nos vino una sociedad nueva y los do-
centes vienen con una formación totalmente de
otra época, de otro lugar. Buscamos una escuela
a la altura de las nuevas complejidades.
ESA ACTITUD PROFUNDIZA LO
ESPIRITUAL Y EL PENSAMIENTO
Y SE COMPLEMENTA CON UNA
OPERATIVIDAD Y UNA CAPACI-
DAD DE RESOLVER SITUACIONES
EXPEDITIVAMENTE.
¿QUÉ PAPEL JUEGA EL ESTADO EN RELACIÓN
A LOS PROBLEMAS SOCIALES?
Se buscan respuestas puntuales a situaciones
que son complejas. A un chico que está con pro-
blemas de drogas no alcanza que le digas “andá
a este terapeuta o a este psicólogo o a este gru-
po de ayuda”. El chico va a necesitar de alguien
que le ordene la vida, que lo ayude. Entonces la
droga no es el problema de la adicción enten-
dida unilateralmente. Lo que tiene el pibe son
problemas de vivienda, de familia, de salud, de
educación, de que no le alcanza la plata. Todas
esas situaciones requieren una atención más
integral, hace falta entender las cosas desde
una idea de comunidad. Por eso los curas de
la villa hablamos de integración.
Las redes de contención son mucho más fuertes
en la villa. Pero muchos de los valores que hay
en la villa, la sociedad en otros sectores sociales
no los conoce y no los quiere conocer. A medi-
da que podamos avanzar en una integración
urbana, va a ir quedando claro que la villa tiene
mucho que darle a la ciudad y el resto de la ciu-
dad tiene mucho para darle a la villa. Entonces
el chico que accede a la facultad, puede ampliar
sus horizontes y saber que la vida en la villa se
puede transformar en un barrio obrero, y no un
refugio de delincuentes como se dice. Porque
son más los delincuentes que lucran con la villa
que los de adentro.
Hace más o menos diez años la sociedad se
desayunó con que existían las villas, con la
cumbia villera o distintas cosas que se fueron
dando, como el tema de la inseguridad. Enton-
ces ahí la sociedad se empezó a acercar y el Es-
tado también. Me parece que estamos todavía
en una etapa en la cual tenemos que ordenar
esa presencia. La mano de obra de innumera-
bles lugares de la ciudad, como las empleadas
domésticas, vienen de las villas y los abande-
rados de nuestros colegios, donde comparten
adentro y afuera, vienen de afuera. Hay que
profundizar eso, en la medida que realmente
se quiera trabajar por la inclusión, aunque hay
gente que no quiere o no le conviene trabajar
en la línea de la inclusión.
El protagonista acá es la gente y la comunidad.
Entonces nosotros como Iglesia acompañamos
la vida de la comunidad, tratando de estar
atentos a las situaciones que pasan. También
buscamos ayudar a formar una comunidad
organizada, de modo que es la misma co-
munidad la que se ocupa de los problemas
del barrio antes de que llegue el Estado. La
gente se ocupa del enfermo, del vecino, del
chico que está solo.
ES UN MODO DE VIVIR LA IGLESIA CUANDO
ESTÁS CERCA DE LA GENTE Y APRENDIENDO
DE LA GENTE MÁS HUMILDE.