Origen de los sistemas vivos
La humanidad siempre ha querido conocer cuál es su propio origen y el origen de la vida, planteándose así uno de los problemas más difíciles de contestar para la biología actual.
Las explicaciones que se han dando se establecen en tres categorías:
El creacionismo:
Un ser supremo creo todo lo que hay en el planeta. Por ejemplo para los católicos el origen de la vida se da por lo descrito literalmente en la Biblia.
La generación espontánea:
Todo surge de algo inerte, es decir de algo sin vida. Desde la antigua Grecia se pensaba que los seres vivos podían surgir del lodo, del agua, de la carne en descomposición y de otros elementos, sin la existencia previa de otros organismos
Aunque esta idea pueda parecer muy infantil se mantuvo durante muchos siglos hasta el final de la Edad Media, época en la que se alternaba la creencia en la generación espontánea con la idea del origen divino de la vida, llegándose incluso a tachar de herejes a aquellos que intentaban estudiar la cuestión.
Así podemos destacar los trabajos de algunos pensadores que apoyaban la generación espontánea, como Aristoteles el padre de esta teoría, Johann Baptiste, Needham y Pouchet, quienes realizaron muchos experimentos sobre aspectos tales como el origen de los seres vivos de materia inerte
Fue a finales del s. XVII cuando comenzó a cuestionarse la idea de la generación espontánea, especialmente a partir de los trabajos de Francisco Redi (1626-1698), que ideó un experimento sencillo y concluyente que consistió en meter trozos de carne en frascos cerrados, y otros en frascos abiertos, viendo que la carne de los frascos cerrados no desarrollaba gusanos.
Hoy en día la teoría aceptada para explicar el origen de la vida es la que se basa en la hipótesis química expuesta por el ruso A. Oparin y el inglés Haldane en 1923.
Según Oparin, la superficie terrestre estaba ocupada por un mar caliente, rico en materias químicas y sometido a una gran carga energética.
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Biogenista
Todo surge de algo no vivo