Chubasco en Primavera N° 13 | Page 34

POESÍA MORENA PONCE ¿Cómo empieza tu proceso creativo? Creo que el proceso comienza como una necesidad interna de explorar de otra manera mis emociones, de poder palparlas, de poder reconocerlas y de poder así comprenderme, serme más íntima, más sincera. El tiempo me trajo muchas cosas hermosas, fuimos mutan- do, ambas, la poesía y yo. Somos com- pañeras. ¿Escribís para vos o para otrxs? Escribo para mí y cuando necesito ha- cerlo. De la mano de la escritura me han pasado muchas cosas hermosas, he conocido a mucha gente, he vivido expe- riencias muy lindas de las que estoy muy agradecida y por las cuales he crecido mucho, pero realmente escribo porque es algo que me nace hacer, que me hace bien a mi como persona. ¿Creés en la inspiración, en el trabajo constante o en ambas cosas? Creo en ambas cosas, creo que van de la mano. A lo largo del tiempo he ido encontrándome con una responsabili- dad propia por lo que hago, sé que me gustaría vivir en esto y de esto, por eso también quiero indagar y hacer todo lo relacionado con la escritura que pueda y esté a mi alcance. Me gustaría poder perfeccionarme para hacer llegar de una mejor manera todo esto que me inter- pela. I - II- Qué difícil puede ser amarnos en una sociedad que no está preparada para deleitar nuestros besos. La encontré tiempo después, y no nos reconocimos. que poco comprenden los que ven por el hombro, las ganas que tenemos de desarmarnos con caricias contra cualquier pared y encima de cualquier mesa. que nulo sería explicarles que lo que arde dentro nuestro calienta más que cualquiera de sus insultos y comentarios. que placer querida, que formemos parte de lo que incomo- da y destruye murallas mentales con tan solo ejercer el amor que nos mueve. Sí, éramos las que nos habíamos besa- do con frenesí madrugadas enteras, y también las que habíamos tomado café en cada bar de la Capital, las que habían aprendido a amarse en pocos días y las que tardaron meses en dejarse ir. Eramos las mismas, pero no nos reconocimos. Ella ya no pateaba un futuro incierto, y yo ya no cargaba una ausencia seca. Eramos las mismas y sernos auto suficientes nos había cambiado o nos había esclarecido por fin, la forma de amar.