Chubasco en Primavera N° 13 | Page 28

ELI TOMASSINI ESPIRAL NO SOY UN EXTRAÑO Está ahí, acá. Acecha como una fiera que se prepara sigilosa para atacar. Me abalanzo me estoy viniendo y siento bullir la intensa y paciente espera que sabe, vengo por mí. Con una distancia reservada golpea suave y contundente. Yo soy la presa. Yo soy la fiera. Me llena una adrenalina tranquila porque sé en cualquier momento va a llover y esas nubes que laten suspendidas ahí arriba, acá dentro ya son agua. No me interesa el preciso instante en que caiga la primera gota. Lo que está a punto de estallar es orgasmo. Tengo que llorar y cuando lo haga voy a ser una sola lágrima entera cayendo a punto de estampar contra un suelo duro. Salgo poco. A veces asomo y tiemblo. Soy más chiquita que mi edad. Sin cuerpo no hay ancla. Si todo es agua, ¿alguien se animará? Mi codo izquierdo apoyado en la ventana y la mano en el volante. A la máxima permitida, canto a coro con la radio: “dos veces con la misma red”. Acelero y paso a un par de autos. Quiero llegar a casa, ver a los gatos que empujen mi mano con sus cabecitas para que los siga acariciando. Ahí mismo me doy cuenta un poco orgullosa de mí, otro poco casi frustrada: ya sé manejar. Hace tres meses saqué el carnet. Hace un mes y medio tengo el auto. Y ya puedo manejar. Llego a casa. Vos estas cocinando. Berta y Hugo se acercan. ¿Qué camino hice? ¿Qué avenidas agarré? ¿Cómo estaba el tanque, el tráfico? ¿Y el cielo? ¿Solté el embrague cuando aceleré? Ya manejo, sin estar manejando. Como ahora que estamos a punto de comer y veo tus ojos mirarme y tus labios moverse y lo único que oigo es esta voz que entra y me pregunta si con vos será lo mismo. Si te estaré amando así sin amarte.