No sé cuándo fue ni dónde sucedió.
Alguien evocó una maldición
con la fuerza de su palabra
o quizás es la mala fortuna
de estar en el lugar y momento equivocado.
Cómo saberlo;
los días se volvieron de pronto
un anecdotario
de cuanta desventura sea posible,
donde todo lo que me rodea
peligra en romperse, quebrarse o morirse.
Maldecida en carne y espíritu
con cicatrices en el cuerpo
y sin religión que me acobije
no tengo fe para depositar
en ningún rito purificante.
Apenas una suerte de alivio
trazar estas palabras
un decir que pone de manifiesto
la maldición como una carga
en quién la lleve
como recorre estas páginas
también malditas.