La costumbre de adornar árboles o ramas
en los últimos días de diciembre tuvo ori-
gen en el norte de Europa, muchos siglos
antes de Cristo, posteriormente conside-
raban al árbol como descendiente directo
del “árbol de mundo” de los escandina-
vos, cuyas ramas y raíces, según su mito-
logía, unian el cielo, la tierra y el infierno,
el árbol era símbolo de la duración y la re-
novación de la vida y el verde de sus ho-
jas, era emblema de la inmortalidad. Los
Egipcios usaban las hojas de palma con
12 bordes como expresión sagrada de la
terminación del año y del triunfo de la
vida sobre la muerte. Los judíos celebran
en el invierno “la fiesta de las luces” y du-
rante 8 días seguidos alumbran sus casas
con velas en candelabros de 8 brazos.
Por otra parte hay leyendas que rela-
tan el origen del árbol de Navidad como
símbolo del nacimiento de Cristo. Se dice
que San Bonifacio impulsó estas costum-
bres en Alemania donde plantó un pino
(en lugar del encino sagrado) lo adornó
con luces y espejos y lo señaló como sím-
bolo del nacimiento del Hijo de Dios que
venía al mundo a traer la vida y la luz de
la Verdad.
A partir de entonces, en la época de
Navidad, el arbolito verde iluminado y
adornado con objetos brillantes alum-
bró todas las casas. El verde de las ramas
simboliza la vida eterna que trajo Cristo
al mundo y la perpetua primavera de la
Esperanza; las luces y objetos brillantes
representan el advenimiento de la luz de
la Gloria de Dios.
8
Informes
777.203.2530 y 55.4323.2696