Viene de la pág. 18
pontaneidad a las fiestas. No le estamos recomendando
que, por el hecho de estar en época de fiestas, permita
que impere una anarquía total, que no sería nada acon-
sejable, pero sí que actúe con más flexibilidad.
Una buena forma de lograr que los niños estén un poco
más sosegados en esos días, y que se alejen menos de
la rutina diaria a la que están acostumbrados (que ellos
necesitan), es tratar de planificar las actividades navi-
deñas de la familia con la mayor anticipación posible,
sin dejarlo todo para última hora. Si se sobrecarga de
trabajo, de compromisos y de cosas extras que hacer,
justamente en los días inmediatamente anteriores a las
fiestas, no va a tener ni tiempo ni energías para dedicar
a los niños la atención que ellos demandan, precisa-
mente en esta época que se presta tanto para que todo
ande al revés.
Procure pues, resolver con tiempo suficiente todo lo
más que pueda: comprar los regalos navideños con
tiempo, antes de que las tiendas estén abarrotadas de
clientes; enviar sus felicitaciones, decidir sus menús de
Nochebuena, Navidad y Año Nuevo, tener comprados
y organizados todos los ingredientes y adornos que va
a necesitar, resolver qué invitados va a tener en esos
días, etc. Si tiene uno o más niños pequeños, prefiera
planificar unas Navidades sencillas. Ellos se excitarán
menos y usted no tendrá que fatigarse tanto. No es
absolutamente necesario ir a todas las fiestas a las que
sean invitados, ni tiene que sentirse obligada a invitar
a todos sus familiares y amigos. Acentúe más el aspec-
to familiar y hogareño de la Navidad y mucho menos
el de los compromisos sociales. Resérvese tiempo para
el descanso apacible entre una y otra actividad de su
programa navideño.
Las Navidades, para usted y los niños, siempre van a re-
presentar una alteración bastante grande de la rutina
habitual, pero, con un poco de previsión y organización,
esa alteración va a resultarle mucho menos “devasta-
dora”.
Recuerde, sobre todo, que los niños son niños y, por lo
tanto, se van a comportar como tales. La Navidad es la
época menos indicada del año para pretender que ac-
túe como “adulto en miniatura”.
No convierta las Navidades en una oportunidad para
premiar o castigar las buenas o malas conductas de sus
hijos.
Por el contrario, trate de regalarles lo que pueda. Pero
explicándoles con amor y con cariño que no siempre es
posible ¡llevar la juguetería a casa!
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Informes
¿DEBE PERMITIRSE QUE LOS NIÑOS PASEN LAS FIESTAS
NAVIDEÑAS, SI SON INVITADOS, EN CASA DE SUS
ABUELOS, TIOS, AUNQUE VIVAN EN OTRA CIUDAD?
No hay reglas absolutas para decidir esta cuestión. Todo
depende de infinidad de factores, entre los cuales hay
que incluir los hábitos y tradiciones de cada familia, la
edad de los niños y su grado de desarrollo emocional y
social, el programa de actividades y el régimen de disci-
plina que vayan a tener en casa de los familiares que los
invitan, y los deseos y preferencias del propio niño, que
tampoco deben subestimarse.
Idealmente, lo más bonito es que los niños compartan
en su propio hogar, junto con sus padres, fechas tan se-
ñaladas como la Nochebuena, la Navidad y el Año Nue-
vo. Sin embargo, esto tampoco tiene que ser una regla
inflexible. Recordemos que el amor, la compenetración
y la unión en el hogar, entre padres, hijos y hermanos,
son valores para cultivarlos los 365 días del año, no ex-
clusivamente en una época especial o predeterminada.
Son muchas las circunstancias a tomar en cuenta, siem-
pre sin forzar al niño, para que visiten a sus abuelos. Se
les puede dejar ir a pasar unos días con ellos, especial-
mente si al niño le entusiasma el plan y a los abuelos les
va a dar una gran alegría la visita de los nietos. O pudie-
ra ser que el niño tenga primos de su edad, en otra ciu-
dad, con los que casi nunca tiene oportunidad de com-
partir el resto del año. El poder reunirse con ellos quizá
sea una magnífica forma de que todos pasen juntos una
temporada divertida y alegre.
También deben considerarse las experiencias vita-
les y educativas que el viaje puede ofrecer. Por ejem-
plo, para un niño del trópico quizá sea una aventura
ex¬traordinaria pasar las Navidades con sus tíos en un
lugar donde nieve, o viceversa y para un niño de una
gran metrópoli el pasar unas Navidades en el campo
puede ser un cambio formidable.
Además, siempre pueden hacerse otros arreglos prácti-
cos. Si para usted y su esposo, por ejemplo, es de gran
importancia que los niños pasen en casa la Navidad y
el Año Nuevo, se les puede permitir que vayan de visi-
ta a casa de otros familiares cuatro o cinco días entre
esas dos fechas o, quizás, entre el Año Nuevo y el Día
de Reyes, de modo que pasen en su hogar las fechas
principales, pero no necesariamente toda la temporada
navideña.
En fin, tomando en cuenta los factores que hemos co-
mentado, todos en la familia -adultos y niños por igual-
podrán experimentar unas Navidades mucho más satis-
factorias, equilibradas y felices.
203.2530 y 01 (55) 4323.2696