Psic. Gema Sánchez Cuevas
Una definición sobre abrazar
Todos sabemos qué es un abrazo o en
qué consiste el acto de abrazar. Según
lo define la RAE en su primera acepción,
sería el acto de ceñir con los brazos,
aunque también señala otras como el
estrechamiento de los brazos en señal
de cariño o el hecho de rodear, ceñir
por sí mismo. También se define como
estrechar a otra persona entre nuestros
brazos como forma de saludo, dar afecto
o consuelo.
Puede que un abrazo no tenga la solución
al problema que nos ocurre, que ni aleje
o haga desaparecer lo que nos rodea,
pero su magia recompone nuestras
heridas, alivia nuestro sufrimiento y nos
transmite que más allá de lo ocurrido,
hay alguien que nos quiere y se preocupa
por nosotros. Porque un abrazo sincero
es amar en toda regla.
Abrazar es acariciar el alma de la otra
persona y proporcionarle un refugio
entre nuestros brazos. Un gesto pequeño
pero repleto de sentimientos que cura y
recompone a nivel emocional. Abrazar
es hablar el lenguaje del corazón.
“Hay un traje que se amolda a todos los
cuerpos… un abrazo”
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Informes
El abrazo es un excelente medio de
comunicación que no necesita ser
hablado ni expresado a través de las
palabras. Pero, más allá de todas estas
definiciones teóricas ¿alguna vez hemos
pensado todo lo que conlleva un abrazo?
Es decir, ¿cómo sentimos los abrazos
y qué repercusiones tienen sobre
nosotros?
¡Cuánto silencio acompaña a un abrazo!
y ¡cuánto se dice a través del mismo!
Abrazar, una caricia del alma
Si hacemos memoria y echamos manos
de nuestros recuerdos, seguro que
encontraremos numerosas situaciones
que dibujan una sonrisa al rememorarlas
en las que un abrazo fue suficiente como
consuelo, acto de cariño o respuesta a
algo que necesitábamos; incluso también
como un regalo de nuestros seres
queridos. Los abrazos son momentos
01 (55) 4323.2696 y 203.2530
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