ChiquiGuía 78 chiquiguia78 | Page 36

Por Rosa Barocio www.rosabarocio.com Cuando algo te pertenece puedes disponer de ello a tu antojo. ¿Es válido hacer esto con tu hijo? En una conferencia mencioné que los hijos no nos pertenecen, y al finalizar una perso- na se me acercó y me pidió que le explicara lo que quería decir. Le aclaré: cuando pien- sas que algo es tuyo, concluyes que tienes derecho de hacer con ello lo que mejor te place, porque te pertenece ¿o no? Si tú eres dueña de una casa, puedes hacer- le lo que desees: modernizarla, cambiarle el color y hasta derrumbarla si se te antoja. De igual manera, puedes pensar que si tu hijo te pertenece, entonces, tienes dere- chos exclusivos sobre su vida y puedes ha- cer con ella lo que te venga en gana. Lo moldeas de acuerdo con tus preferen- cias, es decir, si es tímido y soñador y lo prefieres alegre y sociable, te empeñas en cambiar su temperamento. Debe ser dife- rente para complacerte porque consideras que está aquí para hacerte feliz, tenerte sa- tisfecho, cumplir tus expectativas y realizar tus sueños. Si quisiste ser abogado, futbo- lista, doctora o modelo y no realizaste tus sueños, a tu hijo le corresponde compen- sarte. Su obligación también es hacerte quedar bien y cuidar tu imagen en todo momen- to, ya que él es sólo una extensión de tu persona. Por eso debe vestirse y “portarse bien”. Además, tienes derecho de exigirle 36 Informes que te atienda y esté a tu disposición, al fin y al cabo tú le diste la vida y lo mantienes. Y debe obedecerte porque siempre sabes lo que mejor le conviene. Suena aterrador, ¿no te parece? Se escucha viejo y anticuado porque, efectivamente, así pensaban nuestros antepasados. Creían que tenían derecho de hacer lo que que- rían con sus hijos. Pero afortunadamente las generaciones actuales están despertan- do y exigen que crezcamos con ellas. Saben que no nos pertenecen: sólo han nacido a través de nosotros para descubrir quiénes son y encontrar su propio camino. En este proceso, los padres somos la red que los contiene. Cuando son pequeños, es un sostén fuerte que les ofrece seguri- dad. Pero conforme van creciendo, tene- mos que ir soltando para que aprendan a avanzar por su cuenta y se responsabilicen de su vida. Querer a tu hijo, por lo tanto, es acompa- ñarlo con un profundo respeto hacia su individualidad hasta que se haga indepen- diente. Este proceso requiere: apoyar sin imponer; sostener sin asfixiar; corregir sin desalentar; y conducir sin controlar. En pocas palabras: ¡amar para después, dejar en libertad! 01 (55) 4323.2696 y 203.2530