CHICAS DE ALAMBRE LAS-CHICAS-DE-ALAMBRE | Page 109

—Es una razón —frunció el ceño. Y ahora ella estaba terminando, mientras que yo todavía tenía que empezar. O al menos así me lo parecía. —Jon. —¿Qué? —Gracias. No le pregunté por qué me las daba. Tal vez por haberla despertado, enfrentándola a sus fantasmas de nuevo, pero de muy distinta forma y con capacidad para vencerlos. Tal vez porque ella sí sabía ya cuál sería mi decisión. Tal vez por aquella promesa, o esperanza, o ilusión de un regreso para escribir juntos su vida. Tal vez por todo y nada. Sólo sé que después de darme las gracias, se acercó a mí y me dio un beso en los labios. Fue nuestro último contacto, y nuestro adiós sin palabras. Ahora tenía que pensar. Ocho horas hasta Madrid, otra más de puente aéreo, el tiempo entre vuelo y vuelo, llegar a mi casa, llamar a Sofía, ir a ver a mi madre... —Sí, mañana será otro día —suspiré muy a fondo, sonriendo y sin abrir los ojos, porque estaba muy bien con ellos cerrados y la huella de aquel beso revoloteando por mis labios. 109