C(h)arácter Vol 3 September-October 2013 | Page 94

C(H)ARÁCTER Los problemas en el hogar se presentaron casi que por primera vez y consideró la opción de abandonar el estudio. Un domingo de reflexión, Rodríguez averiguó en internet sobre la sociología recordando la discusión con su amigo, tema que lo dejó pensativo. Siguiendo con su ardua pero esperanzadora labor de ser mesero y estudiar después, logró graduarse de la universidad con un sabor agridulce debido a que su "hermano" no le había vuelto a dirigir la palabra. Con la esperanza de un joven buscando un mejor futuro, escalar socialmente y llegar a ser parte de la burguesía colombiana, el joven bogotano salió a buscar empleo ilusionado. Llegó a diferentes empresas, grandes y medianas en las que le respondían que lo iban a llamar para confirmar si lograba adquirir el trabajo, pero nunca lo llamaron. Las personas que adquirían las vacantes eran los sobrinos y familiares de los dueños de las empresas, hecho que molestaba en gran medida a Juan David. También, los egresados de las universidades más caras del país se " ganaban" los puestos en las compañías y la frustración de este joven, como muchos otros en Colombia, iba en aumento. Dentro de la desesperanza que arremetía a Juan David, una visita que lo alegró fue la de Juan Carlos quien lo perdonó y le dijo que se había enterado de u lamentable situación. Los amigos de toda la vida tuvieron una extensa conversación acerca de las anécdotas de infancia y un profundo diálogo sobre qué iba a ser de la vida de cada uno. La fascinación que Juan Carlos tenía sobre las culturas negras en Colombia era muy grande, por su folklore y tradiciones. Al escuchar tanto sobre estas culturas, Juan David quedó deslumbrado y con la plata de sus ahorros y de los de Juan Carlos, estos dos hermanos de diferente mamá, sin despedirse de nadie olvidaron lo material y se fueron a vivir a Juanchaco, un pueblito en la costa del pacífico vallecaucano de Colombia. Hoy en día viven en una casa artesanal en esta isla y su sustento son las artesanías y la pesca. Son felices. 94