C(h)arácter Vol 1 March-April 2013 | Page 54

C(H)ARÁCTER Abrió su polvoriento maletín, el cual contenía los necesarios implementos para detectar la llamada “partícula de la vida” y empezó la ardua tarea Ya entre todo su escándalo personal recordó las palabras que algún día en sus sueños un músico ficticio le había dicho, elevado en un cohete abordado por el primer polizonte en el viaje a Venus, le había dirigido la mirada, ya hace tiempo, y le había dicho con nostalgia, “Siempre recuerda antes de escoger algo, cualquier cosa por más insignificante que sea, cuál es la diferencia entre un astrónomo y un astronauta. Aquel que se emociona en un mar de hipótesis seguras, y aquel otro que ansía demostrarlas, diferenciar la ciencia y la religión, el imaginar y el ver, el amar, y el ser amado ”. Estaba aquella alma sumergida en un éxtasis maravilloso. Se había sumergido en un mundo imaginario de ironías perpetuas, cuando entonces, abrumado por sus recuerdos y dolores, sus amores y penas, escuchó un tintineo de la luz rojiza que emitía el maletín detector de la partícula de vida Entonces lo supo. Tenía razón. El desquiciado hombre tenía la razón. Acababa de descubrir un universo. No sabía qué hacer. Entonces se levantó de su asiento para digerir un bocado exquisito de gloria, cuando de repente se aparece él, criatura extraña de cuatro piernas y más de veintinueve ojos, pedazo de polizonte inaudito, transmitido desde la penúltima galaxia donde habitan dioses y humanos en armonía. Estaba allí en la esquina más profunda y oscura. Medía aproximadamente tres cabezas más que el hombre de estatura promedio. Su aspecto era firme, tal vez un poco ario. Pareciera que su espíritu hubiera quedado congelado desde hace ya más de siete inviernos lúgubres. El hombre, aterrorizado, escupió de su mano la taza de té y quedó totalmente petrificado mirando hacia la criatura, no lo podía creer, y cuando estaba decidido a escapar por la ventana trasera del lugar de manera dócil y sublime, la criatura al frente de él, inclinó la cabeza hacia la derecha y le dijo: -¿A dónde te diriges, buen hombre? No te asustes. No te haré daño alguno. Y tú tampoco a mí - Dijo la criatura.- Permíteme explicarte. Toma asiento y concéntrate El hombre obedeció exaltado y de repente, la criatura continuó sin que el humano pudiera decir una sola palabra -Verás Vengo de más allá de esta galaxia, de este universo. Vengo de un lugar en el cual hay varios mundos, algunos primitivos, y otros más avanzados de lo debido, como el mío 54