C(H)ARÁCTER
Abrió su polvoriento maletín, el cual contenía los necesarios implementos para
detectar la llamada “partícula de la vida” y empezó la ardua tarea
Ya entre todo su escándalo personal recordó las palabras que algún día en sus
sueños un músico ficticio le había dicho, elevado en un cohete abordado por el
primer polizonte en el viaje a Venus, le había dirigido la mirada, ya hace tiempo, y
le había dicho con nostalgia, “Siempre recuerda antes de escoger algo, cualquier
cosa por más insignificante que sea, cuál es la diferencia entre un astrónomo y
un astronauta. Aquel que se emociona en un mar de hipótesis seguras, y aquel
otro que ansía demostrarlas, diferenciar la ciencia y la religión, el imaginar y el
ver, el amar, y el ser amado ”. Estaba aquella alma sumergida en un éxtasis
maravilloso. Se había sumergido en un mundo imaginario de ironías perpetuas,
cuando entonces, abrumado por sus recuerdos y dolores, sus amores y penas,
escuchó un tintineo de la luz rojiza que emitía el maletín detector de la partícula
de vida
Entonces lo supo. Tenía razón. El desquiciado hombre tenía la razón. Acababa de
descubrir un universo. No sabía qué hacer. Entonces se levantó de su asiento
para digerir un bocado exquisito de gloria, cuando de repente se aparece él,
criatura extraña de cuatro piernas y más de veintinueve ojos, pedazo de polizonte
inaudito, transmitido desde la penúltima galaxia donde habitan dioses y humanos
en armonía. Estaba allí en la esquina más profunda y oscura. Medía
aproximadamente tres cabezas más que el hombre de estatura promedio. Su
aspecto era firme, tal vez un poco ario. Pareciera que su espíritu hubiera quedado
congelado desde hace ya más de siete inviernos lúgubres. El hombre,
aterrorizado, escupió de su mano la taza de té y quedó totalmente petrificado
mirando hacia la criatura, no lo podía creer, y cuando estaba decidido a escapar
por la ventana trasera del lugar de manera dócil y sublime, la criatura al frente de
él, inclinó la cabeza hacia la derecha y le dijo:
-¿A dónde te diriges, buen hombre? No te asustes. No te haré daño alguno. Y tú
tampoco a mí - Dijo la criatura.- Permíteme explicarte. Toma asiento y
concéntrate
El hombre obedeció exaltado y de repente, la criatura continuó sin que el humano
pudiera decir una sola palabra
-Verás Vengo de más allá de esta galaxia, de este universo. Vengo de un lugar
en el cual hay varios mundos, algunos primitivos, y otros más avanzados de lo
debido, como el mío
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