C(H)ARÁCTER
Aun así, Camila, que era medio macabra, le pegó a Luisa, Cristina y Juliana por
no haber querido cortarme mi órgano más ondulado en mi cuerpo. Así que
continuaron. Comenzaron a mover la cuchilla de un lado a otro. Comenzaron a
cortarlo y yo aún dormido, gritaba dentro de mí tan fuerte pero tan fuerte que,
increíblemente, se me explotaron las amígdalas. Paré de gritar y luego, todos mis
órganos terminaron manchados con sangre que salió del organismo apenas
cortado. Al terminar de acuchillarlo, extrañamente se desvaneció y se desapareció
dentro de mí. Unos minutos después retomé la conciencia, desperté y comencé a
hablar con un volumen de voz muy baja pidiendo atención médica. Una enfermera
me oyó y vino a mí. Le comenté que había sentido un corte o un rasguño en mi
abdomen (yo pensaba que era mi intestino y que se había desaparecido, ya que
cuando me apretaba el cuerpo no lo sentía pero no estaba seguro) y un desgaste
de mis amígdalas, las cuales yo pensaba que se me habían estallado por causa
de mis gritos internos. Entonces un doctor llegó al cuarto en el que estaba y me
inyectó anestesia. Mientras que estaba inconsciente, realizaron dos radiografías
sobre mi barriga (cerca al intestino) y otra en mi cuello. Al cabo de una hora,
desperté y llegaron los resultados de las radiografías. Me relataron, muy
tristemente, que había perdido mi intestino y que raramente se evaporizó y ya no
estaba en mí. Por otro lado, también descubrieron que mis amígdalas explotaron
por causa de una rara reacción interna de gritos desesperados. Volteé mi cabeza
y sólo pensé si tenía la habilidad de adivinar las cosas y ver el futuro, o algo así.
Al terminar de explicarme todo, me llevaron en una camilla a un cuarto
acompañado de 3 enfermeras. Durante ese día, me quedé en mi segundo hogar
por 5 días.
Luis y sus familiares, después de haber desaparecido mi intestino con tan solo
tocarlo al igual como hicieron con un médico, emprendieron rumbo hacia mi oreja
derecha. Cuando llegaron allí, comenzaron a saltar en mi tímpano tal como
habían hecho en mis pulmones, ya que saltar fue para ellos una forma nueva de
ocio. Después de 3 días comencé a quejarme y ya casi no podía oír por mi oído
derecho.
Las enfermeras me llevaron a una habitación en la cual me hicieron una revisión
de mis orejas por un otorrinolaringólogo. En la revisión se descubrió que los 8
habitantes en mi cuerpo habían logrado explotar mi tímpano. Los abundantes de
la estructura derecha de mi cabeza, empezaron a destruir la estructura de mi
oído.
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