C(h)arácter Vol 1 March-April 2013 | Page 44

C(H)ARÁCTER Aun así, Camila, que era medio macabra, le pegó a Luisa, Cristina y Juliana por no haber querido cortarme mi órgano más ondulado en mi cuerpo. Así que continuaron. Comenzaron a mover la cuchilla de un lado a otro. Comenzaron a cortarlo y yo aún dormido, gritaba dentro de mí tan fuerte pero tan fuerte que, increíblemente, se me explotaron las amígdalas. Paré de gritar y luego, todos mis órganos terminaron manchados con sangre que salió del organismo apenas cortado. Al terminar de acuchillarlo, extrañamente se desvaneció y se desapareció dentro de mí. Unos minutos después retomé la conciencia, desperté y comencé a hablar con un volumen de voz muy baja pidiendo atención médica. Una enfermera me oyó y vino a mí. Le comenté que había sentido un corte o un rasguño en mi abdomen (yo pensaba que era mi intestino y que se había desaparecido, ya que cuando me apretaba el cuerpo no lo sentía pero no estaba seguro) y un desgaste de mis amígdalas, las cuales yo pensaba que se me habían estallado por causa de mis gritos internos. Entonces un doctor llegó al cuarto en el que estaba y me inyectó anestesia. Mientras que estaba inconsciente, realizaron dos radiografías sobre mi barriga (cerca al intestino) y otra en mi cuello. Al cabo de una hora, desperté y llegaron los resultados de las radiografías. Me relataron, muy tristemente, que había perdido mi intestino y que raramente se evaporizó y ya no estaba en mí. Por otro lado, también descubrieron que mis amígdalas explotaron por causa de una rara reacción interna de gritos desesperados. Volteé mi cabeza y sólo pensé si tenía la habilidad de adivinar las cosas y ver el futuro, o algo así. Al terminar de explicarme todo, me llevaron en una camilla a un cuarto acompañado de 3 enfermeras. Durante ese día, me quedé en mi segundo hogar por 5 días. Luis y sus familiares, después de haber desaparecido mi intestino con tan solo tocarlo al igual como hicieron con un médico, emprendieron rumbo hacia mi oreja derecha. Cuando llegaron allí, comenzaron a saltar en mi tímpano tal como habían hecho en mis pulmones, ya que saltar fue para ellos una forma nueva de ocio. Después de 3 días comencé a quejarme y ya casi no podía oír por mi oído derecho. Las enfermeras me llevaron a una habitación en la cual me hicieron una revisión de mis orejas por un otorrinolaringólogo. En la revisión se descubrió que los 8 habitantes en mi cuerpo habían logrado explotar mi tímpano. Los abundantes de la estructura derecha de mi cabeza, empezaron a destruir la estructura de mi oído. 44