Charles Dickens | Page 270

-Pues ¿sabe usted? -repuso acariciándose la papada-. Como es natural, no puede esperarse que se tranquilice estando a punto de cambiar y de separarse, y todo eso. La muerte de Barkis no lo retrasaría demasiado, pero sí su es tado crónico de enfermedad. En todo caso, es una situación equívoca, como puede usted ver -Sí, lo veo. -En consecuencia, Emily está un poco preocupada, y hasta inquieta, quizá más que nunca. Parece amar cada vez más a su tío y sentir más vivamente el separarse de todos nosotros. Si le digo una palabra bondadosa se le saltan las lá grimas, y si usted la viera con la niña de Minnie, no podría olvidarlo jamás. Es extraordinario -dijo míster Omer reflexionando- lo que quiero a esa niña. La ocasión me pareció propicia para preguntarle a míster Omer, antes de que volvieran Minnie y su yerno a interrumpimos, si sabía algo de Martha. -¡Ah! -dijo sacudiendo la cabeza con abatimiento, Nada bueno. Es una historia triste por cualquier lado que se mire. Nunca he creído que esa muchacha esté corrompida; no lo diría delante de mi hija Minnie; se enfadaría; pero yo no lo he creído nunca. Míster Omer percibió los pasos de su hija, que yo no había sentido todavía, y me tocó con la pipa, guiñándome un ojo como adverte