XVIII. Disolución de sociedad
XIX. Wickfield y Heep
XX. El vagabundo
TERCERA PARTE
I.
Las tías de Dora
II.
Una desgracia
III.
Otra mirada retrospectiva
IV.
Nuestra casa
V.
Míster Dick cumple la profecía de mi tía
VI.
Inteligencia
VII. Martha
VIII. Suceso doméstico
IX.
Me veo envuelto en un misterio
X.
El sueño de míster Peggotty llega a realizarse
XI.
El principio de un viaje más largo
XII. Asisto a una explosión
XIII. Otra mirada retrospectiva
XIV. Las operaciones de míster Micawber
XV. La tempestad
XVI. La nueva y la antigua herida
XVII. Los emigrantes
XVIII. Ausencia
XIX. Regreso
XX. Agnes
XXI. Voy a ver a dos interesantes presidiarios
XXII. Una luz brilla en mi camino
XXIII. Un visitante
XXIV. Última mirada retrospectiva
336
347
359
363
373
385
390
400
410
418
424
431
439
444
454
469
472
482
488
493
499
503
514
519
527
532
537
PREFACIO
Difícilmente podré alejarme lo bastante de este libro, todavía en las primeras emociones
de haberlo terminado, para considerarlo con la frialdad que un encabezamiento así requiere. Mi interés está en él tan reciente y tan fuerte y mis sentimientos tan divididos
entre la alegría y la pena (alegría por haber dado fin a mi tarea, pena por separarme de
tantos compañeros), que corro el riesgo de aburrir al lector, a quien ya quiero, con
confidencias personales y emociones íntimas.
Además, todo lo que pudiera decir sobre esta historia, con cualquier propósito, ya he
tratado de decirlo en ella.
Y quizá interesa poco al lector el saber la tristeza con que se abandona la pluma al
terminar una labor creadora de dos años, ni la emoción que siente el autor al enviar a ese
mundo sombrío parte de sí mismo, cuando algunas de las criaturas de su imaginación se
separan de él para siempre.
A pesar de todo, no tengo nada más que decir aquí, a menos de confesar (lo que sería
todavía menos apropiado) que estoy seguro de que a nadie, al leer esta historia, podrá
parecerle más real de lo que a mí me ha parecido al escribirla.
Por lo tanto, en lugar de mirar al pasado miraré al porve nir. No puedo cerrar estos
volúmenes de un modo más agradable para mí que lanzando una mirada llena de
esperanza hacia los tiempos en que vuelvan a publicarse mis dos hojas verdes mensuales,