Para las parlamentarias de 1951 existían candidatas femeninas, lo que habla de una fuerte y rápida inclusión de los partidos políticos femeninos dentro de la escena nacional. Las primeras parlamentarias electas fueron la abogada Inés Enríquez (diputada radical por Concepción, Talcahuano, Tomé, Yumbel y Coronel) en 1951 y María de la Cruz, del Partido Femenino Chileno, como Senadora por Santiago en 1953.
Muchas de estas agrupaciones poseían tendencias izquierdistas, ya que por la visión machista y paternalista de la sociedad chilena el rol de la mujer era relegado sólo a las acciones del hogar y la crianza. El contexto internacional a finales de 1950, con la Revolución Cubana hizo que la tendencia izquierdista fuesen demonizadas de cierta forma por la posibilidad de una revolución proletaria. Años después surge un partido político clave dentro del escenario nacional, hablamos de la Democracia Cristiana que se presenta como una opción moderada de los extremos políticos.
“Incluso aparecen en la sociedad democrática chilena, las posibilidades de que ciertas categorías sociales adquieran significación en cuanto a formas nuevas de expresión. Así, hay demandas asumidas y expresadas por el movimiento juvenil y, más tímidamente, por sectores de mujeres, ya como categorías sociales específicas. La sociedad aparecía dispuesta, aunque no sin pugnas, a la expresión de lo juvenil y lo femenino, más allá de proyectos ortodoxos.”
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