CENTRO SENTIDO I | Page 18

Una vida con estilo Por. Mauricio Alvarado Paseando las calles de esta hermosa ciudad me encontré con una realidad que no esperaba ver. Más allá de la majestuosidad de los edificios que se erigen al sol, imponentes y esbeltos,donde se puede intuir que quienes los habitan llevan una vida glamorosa, y que quizas “les va bien”, pensé. Se enfrenta otra realidad, la de las personas que habitan en la calle. Un hombre de aspecto desagradable yacia dormido en el suelo “pobre hombre” - exclamé, “sin más resguardo que un pedazo de cartón”. En ese instante, el hombre despertó y se me quedo viendo, admito que senti temor, pero se dirigió a mi y me dijo: “no querido amigo, no soy pobre y mucho menos estoy sin resguardo”. Algo en su mirada me tranquilizó, tanto que decidí detenerme y sernarme justo a aquel peculiar personaje. Me contó que hacía mucho tiempo que vivía en las calles, tanto que no recordaba haber vivido en otro lugar diferente. Según comentaba, sus mañanas eran agradables ya fuera con los rayos del sol o con la refrescante lluvia; por comida no se preocupaba, ya que el celador del bello edificio, donde dormía, solía llevarle café con pan, porque lo conocía. Al terminar su primer alimento, se disponía a recorrer las calles del centro de la ciudad. Las vivía, las sentía y fue tan emocionante su relato, que decidí unirme a su recorrido. Me invitó a recorrer a su modo, me dijo que la gente ya no solía apreciar mi gozar la ciudad que los rodeaba, que parecían inertes a las realidades que los tocaban y que entre sus carreras a veces olvidaban sentir. Caminando juntos me detuve a mirar la sobra de los árboles en el adoquin, las diferentes texturas del suelo, el agua fluyendo por las canales, la paz en los trancones de buses, el movimiento de las palomas al volar en bandadas y otras cosas que muchas veces ví pero no aprecié. Que experiencia - me dije. Al caer la noche volvimos al inicio del recorrido y mi compañero me dijo: “ve lo privilegiado que soy, tengo este techo estrellado cuidandome” y mientras mire al cielo y en efecto se veía destellante de estrellas, mi nuevo amigo se cubrió con su cartón, no sin antes decirme “ esto es vivir con estilo”.