Una vida con estilo
Por. Mauricio Alvarado
Paseando las calles de esta hermosa ciudad me
encontré con una realidad que no esperaba ver. Más
allá de la majestuosidad de los edificios que se
erigen al sol, imponentes y esbeltos,donde se puede
intuir que quienes los habitan llevan una vida glamorosa, y que quizas “les va bien”, pensé. Se enfrenta
otra realidad, la de las personas que habitan en la
calle.
Un hombre de aspecto desagradable yacia dormido
en el suelo “pobre hombre” - exclamé, “sin más
resguardo que un pedazo de cartón”. En ese instante,
el hombre despertó y se me quedo viendo, admito
que senti temor, pero se dirigió a mi y me dijo: “no
querido amigo, no soy pobre y mucho menos estoy
sin resguardo”. Algo en su mirada me tranquilizó,
tanto que decidí detenerme y sernarme justo a aquel
peculiar personaje. Me contó que hacía mucho
tiempo que vivía en las calles, tanto que no recordaba haber vivido en otro lugar diferente. Según
comentaba, sus mañanas eran agradables ya fuera
con los rayos del sol o con la refrescante lluvia; por
comida no se preocupaba, ya que el celador del bello
edificio, donde dormía, solía llevarle café con pan,
porque lo conocía. Al terminar su primer alimento, se
disponía a recorrer las calles del centro de la ciudad.
Las vivía, las sentía y fue tan emocionante su relato,
que decidí unirme a su recorrido. Me invitó a recorrer
a su modo, me dijo que la gente ya no solía apreciar
mi gozar la ciudad que los rodeaba, que parecían
inertes a las realidades que los tocaban y que entre
sus carreras a veces olvidaban sentir. Caminando
juntos me detuve a mirar la sobra de los árboles en
el adoquin, las diferentes texturas del suelo, el agua
fluyendo por las canales, la paz en los trancones de
buses, el movimiento de las palomas al volar en
bandadas y otras cosas que muchas veces ví pero no
aprecié. Que experiencia - me dije.
Al caer la noche volvimos al inicio del recorrido y mi
compañero me dijo: “ve lo privilegiado que soy,
tengo este techo estrellado cuidandome” y mientras
mire al cielo y en efecto se veía destellante de estrellas, mi nuevo amigo se cubrió con su cartón, no sin
antes decirme “ esto es vivir con estilo”.