Recién cumplió los diecisiete años cuando llego la noticia de que el rey Ashton había organizado unas fiestas donde invitaban a todas las doncellas del país con el propósito de que el príncipe Ezra eligiera a su prometida.
-¡Una carta del reino! –Chillo Jenna-.
¿Qué dice? –Se acerca la otra hermana igual entusiasmada-.
-Denme eso –Spencer les arrebata la carta, la abre y la lee en voz alta-. Esta es una cordial invitación al castillo donde todas las doncellas son invitadas para que el joven príncipe pueda elegir a su prometida. Le están buscando esposa al príncipe –sonríe ampliamente viendo a sus hijas- vayan a arreglarse que la primera fiesta es hoy.
-¡Aria! –Gritaron ambas hermanas-.
¿Qué pasa? –fue rápido con ellas-.
-Va a peinarnos, planchar nuestra ropa y atenerla lista –dijo Jenna- si y también limpia nuestros zapatos –ordeno la mayor-.
Le dieron todas las cosas y ella obedeció sin poner un pero sabía que no podía decir nada, media hora después ella termina y les lleva todo, aun no entendía la razón por arreglarse tanto hasta que se topó con aquella invitación, se emocionó demasiado así que bajo las escaleras rápidamente y fue con su madrastra para preguntarle si podía asistir a los que ella respondió:
-Por supuesto que no, no tienes nada que ponerte, no sabes bailar, dios Aria serias nuestra vergüenza, mejor dime ¿Melissa y Jenna están listas?
-Si –responde- ya están listas para irse –se encoge de hombros. No podía no sentirse mal, una vez que ya no había nadie en casa decidió acudir nuevamente a la tumba de su madre, cuando llego noto que en la tumba estaba posado un pajarillo blanco, Aria no le tomo mucha importancia y comenzó a decir en sus pensamientos- Tengo muchas ganas de ir pero Spencer tiene razón no tengo nada para ponerme –escuchó un ruido frente a ella y cuando alzo la mirada en aquel pasto vio un hermoso vestido y unas hermosas zapatillas y suspiro- Gracias, muchas gracias –sonrió, entro a la casa, se vistió rápidamente y fue hasta el castillo-.