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Editorial

Manuel Alfaro Sifontes

En la actualidad, la globalización corresponde a un fenómeno complejo, al ser multidimensional (Tajgardoon, Behname y Noormohamadi, 2012). Por lo tanto, la tendencia hacia un pensamiento donde no existen barreras y fronteras físicas para la interacción no puede comprenderse de forma sencilla. Así pues, es vital la aproximación desde diferentes planos. Este abordaje corresponde a una visión más dinámica de la realidad, fomentando el acercamiento en las relaciones internacionales a partir de una nueva forma de pensamiento más holístico (Bran, 2015). De tal manera, ha implicado un cambio de paradigma donde las aplicaciones de la lógica de globalización a escenarios prácticos han supuesto muchos retos al implicar una mayor rapidez en la interacción humana y en el desarrollo de los procesos.

Particularmente, al cubrir diferentes dimensiones, la globalización abarca las áreas económica, política y social para garantizar un crecimiento económico (Kilic, 2015). En este sentido, los intercambios comerciales implican una modificación tanto en los patrones de negocios como en los marcos legales y en las comunicaciones entre los grupos humanos. Con ello, se generan fragmentaciones en los modelos de producción y nuevos escenarios laborales donde se corre el riesgo de la existencia de mayores desigualdades sociales, en especial, en países en vía de desarrollo (Feng, Hu y Li, 2013; Kunnanatt, 2013).

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