¿Qué soluciones hay?
La solución global es acabar con cualquier tipo de caza comercial de ballenas y crear santuarios marinos. Además hay que luchar contra el cambio climático, la sobrepesca y la contaminación, que también les afectan. Los gobiernos pueden ayudar a la protección de estos grandes mamíferos marinos apoyando a la CBI en su tarea de conservación, denunciando a los países que cazan ballenas, siendo más proactivos en las reuniones de la CBI y evitando la entrada de carne de ballena en sus puertos.
Al proteger a las ballenas estamos protegiendo muchas otras especies, ya que estas se encuentran en lo alto de la pirámide trófica y ayudan a controlar las poblaciones de ciertos peces y crustáceos. Además, en el ámbito socioeconómico, las ballenas y el turismo desarrollado a su alrededor, como el avistamiento de cetáceos, se han convertido en uno de los principales ingresos económicos en muchos países y genera mayores beneficios económicos que la caza comercial.
Las ballenas son animales magníficos por su gran tamaño, por ser pacíficos, misteriosos y por sus largos viajes migratorios, muchos de los cuales son más largos que los de cualquier otro mamífero en la Tierra
Las ballenas son los animales más grandes del planeta - lo que significa que matarla no es una tarea fácil. La práctica de la caza de ballenas es por lo tanto una de inimaginable crueldad y sufrimiento.
Estos datos son especialmente preocupantes, pues las ballenas viven mucho tiempo -pueden alcanzar entre los 70 y 150 años- y su reproducción es muy lenta.
Las ballenas son las embajadoras del mar y todo un ícono de la lucha para proteger el planeta.
Estas criaturas han fascinado a la humanidad por siglos y cada día, al conocerse más sobre sus comportamientos, se descubre que tienen altos niveles de inteligencia. Si bien aún queda mucho por aprender sobre su forma de vida, se sabe que algunas especies utilizan complejas series de sonidos para comunicarse y que forman grupos sociales complejos.
La caza comercial de ballenas comenzó en el siglo XVII, ya que de ellas se obtenían aceites y otros productos. En el siglo XX el uso de la tecnología y el aumento de la demanda superaron el límite sostenible por las ballenas, poniendo en riesgo sus poblaciones. En la actualidad muchos de estos productos se obtienen por otros medios, por tanto la caza de ballenas es una práctica obsoleta
Además de su caza, ahora las ballenas también tienen que hacer frente a otras causas que están afectando seriamente a su supervivencia: el cambio climático, la contaminación, la destrucción del hábitat y la pesca descontrolada son problemas que se deben abordar urgentemente si queremos un mar saludable para las ballenas, para todos los seres que en él viven y para las comunidades que dependen de él.
Lamentablemente, de las diferentes especies de ballenas que existen, casi todas sus poblaciones se encuentran reducidas, algunas al borde de la extinción, otras en lenta recuperación y algunas tienen en jaque a los científicos, que no logran descifrar si se recuperan o decrece su número. Por ejemplo, la ballena azul -el animal más grande que ha habitado jamás el planeta- aún no se ha recuperado de la caza indiscriminada que la llevó al borde de la extinción. Y como ella, muchas otras.