Catequesis en Familia | Page 2

Principios básicos para el desarrollo integral de la sexualidad. Cómo hablar y acompañar a los hijos. La educación integral de la sexualidad es la educación de todo lo que somos como varones y como mujeres. Lo importante es enseñar a amar, es decir, aprender a dar y a recibir, a comprometerse y a vincularse personal y responsablemente con el otro. Los valores siempre han de formar parte de las explicaciones, la educación sexual no consiste solamente en transmitir conocimientos sino en desarrollar habilidades para desplegar la libertad responsable y la capacidad de amar. Todo niño es una persona única e irrepetible y tiene derecho a recibir una formación personalizada. La educación integral de la sexualidad se da a partir de las vivencias, las identificaciones, el ejemplo. No consiste en una conversación solemne. Cuando se establece el diálogo, es conveniente que se dé en forma natural y desde lo cotidiano. Es bueno que los padres den información con delicadeza, de manera gradual y en el momento oportuno. Hay que tener en cuenta el grado de desarrollo intelectual y afectivo de cada niño. E lenguaje ha de ser claro, sin sobrenombres, apodos ni metáforas confusas. No es necesario mostrar imágenes fuertes y mucho menos grotescas. Antes se insistía en responder al niño a partir de su pregunta, pero sabem os que hay niños a los que les cuesta preguntar. En esos casos no podemos dejarlos sin formación. Es importante que los adultos abran espacios de diálogo. No es necesario que las explicaciones a la niña se las dé la mamá y al varón el papá. Ambos —o uno de los dos, según las circunstancias— pueden hacerlo si lo hacen con idoneidad, delicadeza y confianza. Los padres han de crear un clima de confianza propicio para que los hijos puedan contar y preguntar todo cuanto quieran. Así, los hijos podrán recurrir a papá o a mamá ante cualquier inquietud, duda o problema, seguros del amor incondicional que sus padres sienten por ellos. La dimensión afectiva de la sexualidad No hay mayor bien que el amor. La persona que ama y es amada es feliz. Una verdadera educación integral de la sexualidad promueve el perfeccionamiento de cada persona y le ayuda a alcanzar la felicidad. El amor, fundamento de la felicidad, se vive y se transmite en la familia Todos queremos ser felices. El camino para lograrlo es amar de verdad. Por eso si queremos que nuestros hijos sean felices hemos de enseñarles a amar. El verdadero amor es total, en cuerpo y alma, capaz de comprometerse, donarse para siempre, de manera estable. El ámbito privilegiado para amar, ser amado y ser feliz es la familia. Por eso creemos que una vida plena consiste en vivir y morir en familia, rodeado de amor y comprensión. Ahora también la escuela, a partir de la ley 26.150, colabora con los padres en la educación de la sexualidad de niños, niñas y adolescentes, pero son los padres los primeros y mejores educadores de sus hijos. Esta educación complementaria es eficaz si la familia y la escuela trabajan en sintonía y comparten el mismo 2