Ahora, la lista-país. Es decir, la muerte de
las ideologías, no de las ideas
JUEVES
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González y Guerra también ven fascismo en Cataluña
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¡Qué buena idea! Francisco Homs (en la imagen), el portavoz de la Generalitat habla
ahora de elecciones plebiscitarias con la presentación de una lista-país para convertir los
tales comicios en el referéndum independentista prohibido.
Ojo, que ayer martes la nueva ocurrencia era la consulta no oficial en los centros de
la oficial Generalitat. Como eso tampoco es posible, ni tan siquiera probable, ahora resulta
que se pretenden unas hasta anteayer negadas elecciones plebiscitarias a las que se presentaría una lista-país, compuestas por los partidos que apoyaban el referéndum: CIU,
ERC, Izquierda Unida, CUP y un tercio del PSC.
Es decir, un partido de derechas -con democristianos
dentro con un partido radical-, otro comunista, otro más o
menos ácrata -más bien rabioso- y un probable PSC absolutamente dividido y devaluado. Eso ya no es la muerte de las
ideologías sino la muerte de las ideas. Se supone que cada
una de esas orientaciones ideológicas ofrece programas
contrapuestos. Bueno, pues ahora resulta que no lo son. Es
decir, sería el fin del pluralismo democrático, que no deja de ser un peligro para un Occidente marcado por gobiernos de concentración y otros peligros...
No fue solo Aznar. También Felipe González y Alfonso Guerra, a los que rara vez se
ve juntos en un escenario desde su ruptura política, equipararon ayer el empuje del nacionalismo en la Cataluña actual con el del fascismo en la Europa de los años treinta. La paradoja es que ambos lo hicieron en un acto conmemorativo del histórico congreso de Suresnes en el que el PSOE llegó a aprobar un documento que decía lo siguiente: «La definitiva solución del problema de las nacionalidades que integran el Estado español parte indefectiblemente del pleno reconocimiento del derecho de autodeterminación».
Ninguno de los dos ex-dirigentes socialistas hizo la más mínima mención a esa resolución, pero, a juzgar por sus palabras, deben considerarla un mero pecado de juventud.
«Hoy algunos políticos borrachos de vanidad empujan a su comunidad a una secesión suicida bajo las presiones del nacionalismo», dijo Guerra. «Conocemos bien las experiencias
de los años treinta, las técnicas de embelesar a millones de personas tras un político monumento a la vanidad y una arrogancia con un final trágico». González no le anduvo a la
zaga, aunque fue más mesurado en el tono. «Es una enfermedad larvada -dijo-. De nuevo
galopa el nacionalismo que fue tan destructivo en Europa»...