Catalanadas Magazine Nº 41 Semana 39 Septiembre 2014 | Page 21

WEB SÁBADO Todo catalán viviente sabe que CDC, el partido político del presidente Arturo Mas, jugaba hasta ayer a ser la cara moderada del separatismo, mientras que la utopía nostálgica, fanática y victimista del “odi a Espanya”, quedaba reservada para ERC, que apenas representaba un 15% de la población catalana hasta hace pocos años. La mayoría catalanista, votantes de CiU, aún no sabe cómo ha acabado inmersionada en el secesionismo radical. Sin embargo, muchos de ellos son separatistas por ósmosis y sin ganas. Sólo pensando en “mayorías de ERC” más de uno tiene ya los pelos de punta. Es cierto que las elites políticas convergentes, creadas y dirigidas por el señor Jordi Pujol, siempre abogaron por la secesión aunque fuera de puertas para adentro. Al margen de la corrupción institucional, la estrategia consistió en mantener amaestrado a un separatismo latente, como un tigre enjaulado, para convencer al Estado sobre la idoneidad de la inmersión de Cataluña en la ideología nacionalista “moderada”. Jordi Pujol aparentó un discurso xenófobo-benevolente, que sólo permitía la divergencia en la intimidad, porque en público no se admitían las voces discrepantes. Sin embargo es significativo que PSC e ICV-EUiA, claramente acomplejados por el catalanismo pujoliano, acabaran sumándose acríticamente al nacionalismo. Una cuestión que roza el ridículo teniendo bases electorales mayoritariamente castellanoparlantes, más preocupados por la Feria de Abril y por la Roja, que por el romanço de la “identidad nacional de Catalunya”... WEB 21 Sr. Rajoy, es el momento Pujol no responde; el pederasta de Ciudad Lineal, tampoco. Que actúe la Ley SÁBADO Jordi Pujol representa lo peor de la política española de los últimos 35 años. Hasta Financial Times reconoce que es “la vergüenza de Cataluña”. Defraudó a Hacienda desde el principio escamoteando el pago de impuestos que nos hacía pagar al resto de catalanes. Construyó un sistema corrupto con el tres por ciento como pilar estructural. Enriqueció a su familia hasta convertirla en la sexta fortuna de España. Hizo multimillonarios a sus siete hijos. Construyó una enorme superestructura administrativa que asfixió el empuje de la otrora dinámica e indomable sociedad civil catalana, si acaso antaño nuestro único hecho diferencial. Estableció (The Economist dixit) la cultura de la queja, el victimismo y la irresponsabilidad en Cataluña. Inventó o agrandó y exageró las diferencias con el resto de los españoles, destruyendo puentes en vez de construirlos. Diseñó una Cataluña de papel, invivible, con buenos y malos catalanes según su grado de nacionalismo. El resultado ha sido un desastre: la Generalitat, que gestiona €39.000 millones (casi la mitad del presupuesto del Estado de Israel) está arruinada. La deuda alcanza €62.000 millones. Pagamos los impuestos más altos del mundo tras Aruba y Suecia. No tenemos crédito internacional. La convivencia está rota. Nuestra imagen en el resto de España es -con razónde egoístas y quejicas. Nuestro prestigio ante la comunidad internacional ha desaparecido. Los farmacéuticos, funcionarios y proveedores no cobran...