Cuando los funcionarios estadounidenses y mexicanos se preparaban para reunirse en Guatemala en julio, a Estados Unidos le preocupaba un asunto en especial.
Una caravana de cientos de migrantes centroamericanos había atravesado México a pie algunos meses antes para tratar de entrar a Estados Unidos. Los funcionarios estadounidenses querían saber si México estaría de acuerdo con obligar a esos migrantes a solicitar asilo en ese país, en vez de dejarlos entrar a Estados Unidos.
Los mexicanos dijeron que no.