Canfield Jack - Chocolate Caliente Para El Alma Jun. 2016 | Page 35
Un amigo mío llamado Paul recibió del hermano un
auto como regalo de Navidad. La noche anterior,
cuando Paul salió de su oficina, había un chico de la
calle dando vueltas alrededor del auto flamante y
brillante, al que miraba con admiración.
-¿Este auto es suyo, señor? –preguntó.
Paul asintió.
-Me lo regaló mi hermano para Navidad.
El chico estaba maravillado.
-¿Quiere decir que su hermano se lo dio y no le costó
nada? Diablos, ojalá... –vaciló.
Naturalmente, Paul sabía cuál era su deseo. Ojalá el
hubiera tenido un hermano así. Pero lo que el chiquillo
dijo dejó a Paul paralizado de la cabeza a los pies.
-Ojalá –continuó- yo pudiera ser un hermano así.
Paul miró al chico anonadado, y agregó,
impulsivamente:
-¿Te gustaría dar una vuelta en mi auto?
-Oh, sí, me encantaría.
Después de un breve paseo, el chico se volvió y con
los ojos fulgurantes dijo:
-Señor, ¿le molestaría pasar frente a mi casa?
Paul esbozó una sonrisa. Creyó saber qué quería el
muchacho. Quería mostrarles a los vecinos que podía
llegar a su casa en un auto grande. Sin embargo, por
segunda vez se equivocó.
-¿Podría frenar donde están esos dos escalones? –
preguntó el chico.