CANDÁS MARINERO REVISTA NUMERO 44 CANDÁS MARINERO | Page 28

Era la luz de casa... escasa y cálida, mientras fuera, la negra nortada, se escu- rría entre las rendijas de la puerta de cuarteron, que sellaba con tarabica la hu- milde casa; donde una cocina de carbón aportaba el calor físico, el otro lo ponían ellas. Una radio que suena... Un rosario que vuela, entre los dedos tullidos de frío y bodega, y un alma serena. Escucho a la abuela contarnos historias, que se fijaban en el alma como un tatuaje. Historias de mar y viento, de sagas marineras a un tro- zo de tierra pegados, del que sacan los sueños que de la mar no llegan. Siempre presente...la mar eterna en su memoria vieja; cuando no cuenta, reza, cuando no reza canta. Habaneras que llenan pupilas y mitigan las penas; de guapos hijos que duermen las olas, y de hijos guapos que besan su frente. Veneramos todos, los blancos cabellos que del pañuelo negro se fugan, como buscando aire, como bus- cando aliento, queriendo ver... Aquella cocina que olía a gloria, que calentaba el alma entre pucheros e historias. Por Cuco Fernández Creo en ti: En el murmullo mortecino de tu alba, en el susurro de la ola en la Ribera que me acuna los sueños de la infancia. Creo en ti, en la sonrisa que me empuja a la escuela, en el canto de balcones de sirenas, de sirenas de fabricas sin co- las, en tórtolas arrulladoras de rederas mañaneras. Creo en ti, en el eco de los pasos de tus calles, en el brillo de las piedras seculares, pulidas por las vidas ya vividas, por las que viven y vendrán. Creo en ti, en el carácter indómito de mi gente, en las ma- nos trabajadas de trabajo, en las frentes serenas que me hablan de tiempos de galernas, entre cuadernas viejas. Creo en ti, en los muros de tu abrigo en invernadas, en olor a madera embarcada. Creo en ti, en legados que me muestran el futuro, trazado en arrugas y con lágrima punteado. Creo en ti, que me miras clavado en un madero, que creyó mi padre y mi abuelo, y en tu madre ermitaña en una peña, que protege las salidas de esperanzas. Creo en ti, en tu gente, en tu blanco resplandor que me acoge cuando entro; en la historia que te preña, en el amor que pares en forma de impronta marinera. Creo en ti. 28