CANDÁS EN LA MEMORIA numero 3 NOVIEMBRE CANDÁS EN LA MEMORIA Noviembre | Page 33

«No soy monárquica por naturaleza, pero me he convertido» Está en Candás, donde nació, a donde siempre vuelve y el lugar en el que arranca su última novela, ‘La hija de la indiana’: en lo alto de la capilla de San Antonio, el día de Pascua de 1920. Es, como todas las de María Teresa Álvarez (Candas, 1945), una historia de mujeres, pero en este caso no se trata de un relato histórico sino de la continuación de ‘La indiana’, el libro en el que contó el periplo de Mari- na, candasina como ella, hija de uno de los treinta marineros muertos en la galerna de 1877 que se abre paso en Cuba. Ahora le toca a Rosita, su hija. Y la novela de nuevo transcurre entre Asturias y La Habana. -Cuenta que está hecha por encargo, pero por en- cargo de los lectores. -La verdad es que es así. ‘La Indiana’, que es mi pe- queño homenaje a Candás y no sé si mi mejor libro pero desde luego el más querido, me abrió a unos lectores que no me conocían y que me han animado muchísimo a seguir con la historia. -También le costaría despedirse de Marina, su pro- tagonista, ¿no? -De Marina no me he despedido nunca porque está conmigo siempre, jamás se va a ir de mi mente. Ninguno de mis personajes lo hacen, ni Isabel II, ni Urraca, pero ella mucho menos. ¿Tal vez porque es usted? -Indudablemente, en muchas cosas coincidimos. Decía Virigina Wolf que cada secreto del alma de un escritor está reflejado en sus libros, y tiene toda la razón. Marina incluso me descubrió aspectos míos. Le diré que cuando me faltaban diez páginas para el final, que tenía clarísimo, lo cambié: ella tomó esa decisión. -No desvelaremos ese final, pero sí que la hija de la Indiana tiene una niña. ¿Habrá tercera parte? -Es tentador, desde luego, pero no creo, me parece que aquí me corto la coleta. -Frecuenta la novela histórica, pero esta es román- tica, aunque se le nota el gusto por la Historia a la hora de ambientarla. ¿Cómo es ese proceso de documentanción? -Eso me encanta, aprendes un montón. Hay cosas que sabes, claro, pero otras las descubres. Buceo mucho por internet, por las hemerotecas... Me apasiona la Historia y la verdad es que no diría que esta no es una novela histórica, porque al final creas unos personajes en un contexto histórico que deben comportarse como si hubieran vivido ese momento. Lo que tradicionalmente llamamos novela histórica es más una biografía recreada. Yo estoy más libre, puedo darle más alas a mi creatividad. Ser más yo. -Lo que siempre escribe son historias de mujeres, y de mujeres fuertes. ¿Será que todas lo somos? -Todas no, pero somos muy fuertes y estamos muy acostumbradas a luchar. Las que tenemos cierta edad sabemos lo duro que sigue siendo llegar. Las mejores notas en las universidades las tienen las chicas y luego no hay tantas directoras de de em- presas, de periódicos... Claro que también tenemos otras preferencias, eh. -Usted tiene más lectoras que lectores, ¿verdad? Porque nosotras leemos más, pero me leen hom- bres, y me gusta: me gusta explicarles cómo somos. -También es ‘La hija de la Indiana’ una novela de emigrantes, de cuando España era un país de gen- tes que se iban en busca de oportunidades. Ahora muchos jóvenes vuelven a irse. ¿Qué le parece? -Afortunadamente se van de forma muy distinta. Irse siempre es triste, pero entonces las condiciones eran terribles. Se iban sin nada. Como llegan muchas personas a nuestras costas. Eso sí que es un drama. Me pongo en la piel de los que vienen y la situación es espantosa. -¿Y qué opina de las políticas migratorias de España y del resto de la UE? ¿De la crisis de los refugiados? -No me encuentro en condiciones de opinar, pero está claro que la situación es terrible. Yo creo que la solución es invertir en los países de origen. Me preocupa mucho el asunto y cuando veo las im- ágenes se me rompe el corazón, pero la solución no puede ser abrir las fronteras sin más. Debemos ser más solidarios, pero de verdad. Como dice el Papa Francisco, vivimos una cultura del descarte y lo que descartamos es al ser humano. Parte de la entrevista de Maria de Alvaro para El Comercio 33