CAMPEONATO DEL MUNDO BRASIL 1963
En Río de Janeiro, Brasil velaba armas en espera de sus rivales para comenzar la disputa de las
medallas. La Unión Soviética y Estados Unidos se habían mostrado muy potentes en la fase
previa, aunque los observadores también daban posibilidades a Yugoslavia. Los brasileños
encabezaban las apuestas de los favoritos, pero cualquier descuido podría sumirles en otro
desastre histórico ante su afición.
ESTADOS UNIDOS SE DESCARTA
El comienzo de la fase final del campeonato resultó espectacular. En la primera jornada, Estados
Unidos y Yugoslavia libran una de las batallas más intensas vistas en un Mundial. Los yugoslavos
con Ivo Daneu y Radivoj Korac en plan estelar se impusieron (75-73) a un conjunto norteamericano
de cierta entidad en la que un jovencísimo Willis Reed apuntaba posibilidades, pero no tantas
como podría pensarse vista su excepcional carrera posterior -mejor jugador de la NBA en 1970 y
1973 y campeón esos dos años con New York Knicks-. Desde luego, se encontraba lejos de aquella
maravillosa selección que había enloquecido a los aficionados en los Juegos Olímpicos disputados
en Roma tres años antes, pero a diferencia de otras citas mundialistas, se trataba de un conjunto
potente, capaz de pelear por el titulo con ciertas garantías. El partido deriva en un bello
espectáculo, marcado por el talento de varios de sus protagonistas y por la igualdad. Al final el
conjunto balcánico se impuso pero cualquier otro resultado hubiera sido tan posible como justo.
La derrota estadounidense en la primera jornada marcará el posterior desarrollo de la
competición, al tiempo que confirma las posibilidades de Yugoslavia. Más aún muestra al mundo
que aquellos “plavi”, acaparan comentarios y reseñas en la prensa por cuestiones
extradeportivas habían acabado y que, a partir de ese instante reclamaban protagonismo y
atención por su talento y forma de ver y practicar el baloncesto. La fábrica yugoslava comienza a
producir sus primeros y magníficos productos y su selección ofrece en tierras brasileñas una
pequeña muestra de lo que en poco tiempo será capaz de ofrecer al mundo del baloncesto.
Ese primer tropiezo ante Yugoslavia puso contra las cuerdas al combinado de Estados Unidos que
no podía fallar más si quería mantener sus aspiraciones al titulo o, como mal menor, a las otras
medallas. Tras imponerse a Francia con cierta comodidad (81-60), llegó el momento de la verdad
ante la Unión Soviética que también había dado buena cuenta de los galos en su único partido de
la fase decisiva. Al igual que en su anterior compromiso frente a Yugoslavia, los estadounidenses
practican un excelente baloncesto, pero no saben rematar a un rival al que en el descanso
ganaban por seis puntos (34-40). En la segunda parte, la reacción de los soviéticos, entrenados
por Alexander Gomelski, un hombre llamado a proporcionar graves disgustos los Estados Unidos
tanto en Mundiales como en Juegos Olímpicos, no se hizo esperar. Su buena defensa y su gran
espíritu de lucha obran el milagro y los soviéticos entran en el último minuto del partido con
oportunidad de victoria. Su calma contrasta con las prisas estadounidenses y el conjunto
europeo se alza vencedor por un ajustado 75-74, suficiente para acabar con las posibilidades de
oro para los Estados Unidos que, una vez más, ven como su prepotencia les priva de mayores
logros en un Mundial.
La escasa cobertura que daban los medios de comunicación estadounidenses a los
Campeonatos del Mundo hace que estas pobres actuaciones de sus selecciones apenas tengan
repercusión en la crítica sociedad norteamericana. Estados Unidos mantuvo su política de
preparar excelentes combinados para la cita olímpica, desdeñando el Mundial ante la
indiferencia de sus aficionados. Habría que esperar casi dos décadas -sobre todo a raíz del
desastre olímpico vivido en Seul’88- para que las autoridades deportivas estadounidenses dieran
al evento mundialista la importancia debida.
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FUNDACIÓN PEDRO FERRÁNDIZ