BRASIL
1963
No fue la madre de todas la batallas extradeportivas acaecidas en la corta
historia de los Mundiales de baloncesto, pues de estas daban fe una larga serie
de ejemplos, pero la cuarta edición de los mismos anduvo muy cerca de ello. Al
contrario de lo que hubiera podido pensarse tras la clausura del certamen de
Chile, el problema suscitado con la negativa soviética y búlgara a enfrentarse a
Formosa (Taiwán) no había escrito su último capitulo.
Los soviéticos se consideraban expoliados, pero si entonces eran un país debutante en el
Mundial (aunque también subcampeón olímpico) con poco poder en las altas esferas de la FIBA,
en estos cuatro años transcurridos habían extendido sus tentáculos en la organización y no
estaban dispuestos a dejarse avasallar de nuevo.
Cuando en plena disputa del Mundial de Chile, la FIBA eligió a Manila como capital de la Islas
Filipinas, como sede del siguiente campeonato, que debía celebrasen diciembre de 1962 para
restablecer el carácter cuatrienal roto por los retrasos chilenos ya conocidos, las autoridades
Filipinas ofrecieron las máximas garantías para que ningún problema político afectara a la
disputa del evento. Sin embargo, nada de ello fue posible. Tres meses antes del comienzo del
torneo, Bulgaria y la Unión Soviética pasan factura y se mantienen en sus trece de no reconocer a
Formosa. Como quiera que estaba prevista la presencia de los chinos nacionalistas, ambos
países anuncian que no viajaran a Manila.
Las autoridades filipinas reaccionaron echando gasolina al fuego del intento de boicoteo.
El gobierno de Diosdado Macapagal niega los visados de entrada en el país a todos los
participantes de la órbita comunista (en realidad, solo a Yugoslavia dado que la Unión Soviética ni
siquiera lo solicitó) cuando algunas selecciones participantes han comenzado a llegar a Manila.
Pero en esta ocasión William Jones parece dispuesto a actuar con firmeza. El baloncesto
“amateur” no podía crecer al margen de los países del bloque comunista europeo y una
prohibición como la dictada por las autoridades filipina acabaría muy mal para la FIBA, por lo que
decide reunir con carácter urgente a su Comité Central.
A la reunión acuden siete miembros de los nueve que forman tan selecto y elitista grupo.
Curiosamente uno de los ausentes -que denunció el hecho de no haber sido convocado- era el
senador Ambrosio Padilla, vicepresidente de la FIBA y Presidente de la Federación Filipina, que no
pudo presentar sus alegaciones. A excepción del presidente de la FIBA, el brasileño Dos Reis
Carneiro, todos los presentes en aquella reunión son europeos: tres pertenecientes al bloque
comunista –el húngaro Ferenk Hepp, el búlgaro Mladem Nikolov y el soviético Nikolai Semaski-,
un español -Raimundo Saporta-, un italiano -Decio Scuri-, y el propio William Jones. De aquella
reunión los filipinos salen muy damnificados ya que se decide anular la celebración del Mundial,
se prohíbe su presencia en las próximas dos ediciones del campeonato y se les obliga a pagar
una multa de 2000 dólares (una fortuna en aquellos tiempos), aunque finalmente sería rebajada
hasta la mitad.
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FUNDACIÓN PEDRO FERRÁNDIZ
CAMPEONATO DEL MUNDO