Calavera Gui-Arte & Cultura Octubre 15 2017 Calavera Gui-Arte & Cultura N°010 | Page 15

la playa a lo lejos pudimos observar varias palapas que con ese olor a pescado al ajillo, zarandeado o empanizado nos elevaban en el aire cual caricaturas invitándonos a entrar. Por la noche nos preparamos para cenar con Doña Vero quien nos tenía listo un rico po- zole, el mejor platillo para celebrar nuestra noche mexicana, nuestra Independencia. Al terminar la cena nos dirigimos a la playa a encender la fogata y seguir celebrando como buen mexicano. A la orilla del mar se podía escuchar el golpe que producían las olas al chocar contra las rocas, era una vista per- fecta, parecía que dentro del mar habitaban pequeños seres brillantes que al huir mar- caban una estela de luz. La luna se asomaba alumbrando nuestra playa… cimos 10 minutos aproximadamente y cada vez que nos acercábamos nuestra pupila se hacía cada vez más grande al ver esa maravi- lla escondida. Bajamos de la lancha y nos ins- talamos bajo las sombrillas que llevábamos mientras disfrutábamos de un día en la isla. Los lugareños nos contaron que puedes que- darte a pasar la noche sin problema, no cuen- ta con luz pero la sensación que te produce dormir en una playa que se le considera una reserva ecológica te inyecta de vida y nostal- gia. Si pretendes quedarte puedes pedirles a los lancheros que te lleven comida en su últi- ma visita que es aproximadamente a las 7:00 pm y después de recoger a todos los pasaje- ros de Cocinas te quedas completamente des- conectado de toda civilización. A la mañana siguiente nos esperaba una sor- presa, todos listos a la orilla de la playa es- peramos a que llegaran las lanchas por noso- tros para llevarnos a la Isla Cocinas, una de tantas que tiene ese magnífico lugar. Chaleco salvavidas listo y comienza la travesía… hi- No queríamos regresar a Pérula realmente disfrutábamos cada hora en ese lugar, podías caminar y caminar por su arena blanca y su transparente mar y adentrarte sin que te lle- gara el agua al cuello, las olas te mecían sua- vemente mientras te arrullabas con su vaivén.