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En los días de u agonía, pidió a su amigo el poeta Augusto
Ferrán que quemase sus cartas «serían mi deshonra» y que publicasen su obra «Si es
posible, publicad mis versos. Tengo el presentimiento de que muerto seré más y mejor
conocido que vivo»; pidió también que cuidaran de sus hijos. Sus últimas palabras fueron
«Todo mortal».