MIGRACIÓN E INSEGURIDAD
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gratorias y al gobierno de México. Ello sirvió
para que el presidente de Estados Unidos,
Donald Trump, justificara su amenaza aran-
celaria contra México si no frenaba el flujo
migratorio proveniente de Centroamérica y
que, finalmente, decantó en un pacto migra-
torio en el que México admitió acciones en la
materia ajustándose y modulando su política
migratoria al ritmo político del gobierno de
Washington.
Solo para ilustrar lo anterior se precisa enu-
merar los puntos principales del acuerdo que
contempla: desplegar la Guardia Nacional en
la frontera sur de México; que las personas
que soliciten asilo a Estados Unidos sean
retornadas de inmediato a territorio mexi-
cano mientras esperan la resolución de su
trámite en el vecino país del Norte; México y
Estados Unidos trabajarán para enfrentar los
flujos migratorios y continuarán con las con-
versaciones sobre términos de otros posibles
entendimientos durante un periodo de 90
días; y fortalecer y convertir a Centroamérica
en una zona segura, próspera y desarrollada,
con la aceptación inicial de Washington del
Plan de Desarrollo Integral lanzado por el
gobierno de México en conjunto con los go-
biernos de El Salvador, Guatemala y Honduras,
para promover estos objetivos. Al respecto,
prevalecen muchas dudas, entre ellas: ¿cómo
se va a instrumentar este acuerdo y con
qué recursos/presupuesto? ¿por qué enviar
al 10 por ciento de la Guardia Nacional a la
frontera sur cuando hemos criticado antes
que Trump militarice nuestra frontera norte?
Lo citado da cuenta de que la agenda migratoria la ha dictado
Estados Unidos y que el gobierno de México ha respondido ce-
diendo a los amagos de Donald Trump en materia comercial y
migratoria con claros matices políticos electorales, y tácitamente
reconociendo que la migración y México serán piezas centrales
dentro de ese ajedrez político norteamericano.
Si bien la Administración del presidente An-
drés Manuel López Obrador califica como
sensata la posición de su gobierno para
suscribir acciones como las pactadas con
Washington, que enmarca en el terreno
de los derechos humanos, lo cier to es que
más que verse como un vir tual tercer país
seguro para los migrantes, se requiere de
una agenda más proactiva y diplomática,
ante un fenómeno que a todas luces lo