BRUJULA CIUDADANA El Ejecutivo y su curva de aprendizaje | Page 58
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eficiencia, y porque amenaza más bien en ser
contrapeso por su gobernabilidad ciudada-
na), hay algunas muestras de acercamiento
y espacios donde parece que se empieza a
construir una relación de cooperación mutua,
de complementariedad en el combate a la
corrupción.
En muchos sentidos, el presidente puede
encontrar un aliado estratégico en el SNA,
cuya existencia, dicho sea de paso, no de-
pende de su voluntad, ya que quedó plas-
mada en la Constitución como conquista
ciudadana.
La colaboración es un escenario que debe
plantearse también el SNA, ya que sin acerca-
miento se seguirá corriendo en dos carriles.
La propuesta de Política Nacional Anticorrup-
ción debe ser, total o parcialmente incluida en
el Plan Nacional de Desarrollo 2018-2024,
para que de ahí se le presupueste, se deter-
minen sus objetivos y se racionalice todo
esfuerzo verdaderamente nacional.
Con ella se pueden evitar improvisaciones
o que se retomen acciones que como go-
bierno se creían ya superadas. Por otro lado,
se pueden obtener indicadores de impacto
social comunes a gobierno y ciudadanía.
Colaborar significa, en este sentido, aceptar
que la lucha contra el saqueo de combus-
tibles puede ser la puerta que buscaba el
SNA para sumarse e impulsar acciones que
no ha podido lograr por sí mismo: instaurar
el servicio profesional de carrera, que se
nombren órganos independientes y aparti-
distas de control de personal en los casi 2
mil quinientos municipios que existen en el
país y finalmente, aprobar en 2020 formatos
de declaraciones de los funcionarios que
permitan rastrear casos de enriquecimiento
inexplicable, evolución patrimonial y a la larga
evitar que proliferen casos como “La Casa
Blanca” o “La Estafa Maestra”, que han daña-
do severamente la confianza en el gobierno.
El gabinete de AMLO debe percibir, por su
parte, que el SNA puede ser un aliado en
su lucha. Las estrategias de combate la co-
rrupción, que solo se concentran en sustituir
con gente honesta los altos mandos, fallan,
porque siempre existe alguien con los medios
para corromper a quien llega. La estrategia
debe ser sistémica, permanente, vigilada.
El SNA, y no el presidente de México, es
quien tiene la atribución para que, una vez
depuesto un corrupto, se establezcan con-
troles de personal, incentivos, formatos de
seguimiento patrimonial e investigación fiscal.
Así visto, está claro que barrer las escaleras
“de arriba hacia abajo” debe complementarse
con acciones y controles que el SNA tiene
como obligación llevar a cabo.