BRUJULA CIUDADANA Ciudadanía activa y enérgica | Page 29
2) E xperiencias
regionales de participación ciudadana
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Frente a un entorno de expectativas y ener-
gías sociales desbordadas, proponemos una
posición prudente que reconozca tanto las
posibilidades estructurales y subjetivas de la
transformación social, como los límites que
imponen las instituciones y tradiciones del
sistema capitalista. El actual escenario nacio-
nal conlleva la confrontación inevitable entre
visiones, expectativas y proyectos de país, y la
discusión respecto a las políticas más eficaces
para avanzar en la transformación social, po-
lítica y económica. No basta una conducción
política “desde arriba” con sentido popular,
es necesaria la movilización social y la partici-
pación ciudadana para respaldar, profundizar
y sostener “desde abajo” las propuestas de
cambio. Hablamos de la importancia y de
la urgencia de subvertir las actuales relacio-
nes de poder, desmantelar las estructuras de
control corporativo y clientelar, fortalecer el
poder civil con la reconstitución de los tejidos
de autogobierno y autoorganización local, y la
ampliación de convergencias en la perspectiva
gramsciana de “otro bloque histórico” de
carácter contrahegemónico.
Posibilidades y potencialidades de la
transformación en México
Conscientes de la legitimidad política que
representan 30.11 millones de votos que
sumó Andrés Manuel López Obrador, y de la
posibilidad de desdoblamiento de esa fuerza
electoral en fuerzas sociales, valdría la pena
plantearnos -en el horizonte de mediano
plazo que nos ofrece el período sexenal-, la
refundación de las relaciones entre el Esta-
do y la sociedad, que supone la reinvención
de los esquemas de intermediación entre
ambos y la construcción de espacios de re-
presentación social con liderazgo colectivo.
Por tanto, se trata de un proceso de refun-
dación de la democracia, transitando de las
formas representativas a las formas radicales
y participativas que sostienen la autonomía y
la autogestión en el territorio.
Los nuevos entornos gubernamentales am-
plían los horizontes de transformación en
México, pero no garantizan su concreción. Por
eso, ante los retos que supone la transfor-
mación en un contexto de crisis sistémica y
estructural, se multiplican los desafíos concep-
tuales y políticos sobre las vías posibles de la
transición, y se hace necesario abrir espacios
de discusión sobre las estrategias -que dan
dirección a las acciones-, y los métodos -que
hacen los caminos-, para concretar un nuevo
proyecto de país.
Surgen preguntas inevitables, ¿qué nos toca
hacer desde los diferentes sectores sociales?,
¿cuál es nuestro papel como actores civiles
en este proceso de refundación de la demo-
cracia y de las relaciones entre el Estado y la