BRUJULA CIUDADANA Ciudadanía activa y enérgica | Page 29

2) E xperiencias regionales de participación ciudadana 27 Frente a un entorno de expectativas y ener- gías sociales desbordadas, proponemos una posición prudente que reconozca tanto las posibilidades estructurales y subjetivas de la transformación social, como los límites que imponen las instituciones y tradiciones del sistema capitalista. El actual escenario nacio- nal conlleva la confrontación inevitable entre visiones, expectativas y proyectos de país, y la discusión respecto a las políticas más eficaces para avanzar en la transformación social, po- lítica y económica. No basta una conducción política “desde arriba” con sentido popular, es necesaria la movilización social y la partici- pación ciudadana para respaldar, profundizar y sostener “desde abajo” las propuestas de cambio. Hablamos de la importancia y de la urgencia de subvertir las actuales relacio- nes de poder, desmantelar las estructuras de control corporativo y clientelar, fortalecer el poder civil con la reconstitución de los tejidos de autogobierno y autoorganización local, y la ampliación de convergencias en la perspectiva gramsciana de “otro bloque histórico” de carácter contrahegemónico. Posibilidades y potencialidades de la transformación en México Conscientes de la legitimidad política que representan 30.11 millones de votos que sumó Andrés Manuel López Obrador, y de la posibilidad de desdoblamiento de esa fuerza electoral en fuerzas sociales, valdría la pena plantearnos -en el horizonte de mediano plazo que nos ofrece el período sexenal-, la refundación de las relaciones entre el Esta- do y la sociedad, que supone la reinvención de los esquemas de intermediación entre ambos y la construcción de espacios de re- presentación social con liderazgo colectivo. Por tanto, se trata de un proceso de refun- dación de la democracia, transitando de las formas representativas a las formas radicales y participativas que sostienen la autonomía y la autogestión en el territorio. Los nuevos entornos gubernamentales am- plían los horizontes de transformación en México, pero no garantizan su concreción. Por eso, ante los retos que supone la transfor- mación en un contexto de crisis sistémica y estructural, se multiplican los desafíos concep- tuales y políticos sobre las vías posibles de la transición, y se hace necesario abrir espacios de discusión sobre las estrategias -que dan dirección a las acciones-, y los métodos -que hacen los caminos-, para concretar un nuevo proyecto de país. Surgen preguntas inevitables, ¿qué nos toca hacer desde los diferentes sectores sociales?, ¿cuál es nuestro papel como actores civiles en este proceso de refundación de la demo- cracia y de las relaciones entre el Estado y la