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Comisión de género
La próxima vez que charlemos abordemos temas sobre psicología pero también sobre tecnología, tratemos asuntos Educativos a Distancia de una forma “psico-geek” , pero eso sí, nunca perdiendo el toque humano.
(Una persona “geek” en el lenguaje coloquial es considerada como una apasionada de la tecnología y todos los avances en éste campo).
El tema de los OA es vasto y mi intención es despertar tu interés, que se considere que el perfil del psicólogo en el área educativa se colorea de un matiz “geek” , de cómo las tecnologías digitales (TIC y TEC) se aprovechan en combinación con la teoría psicológica y pedagógica en la educación a distancia para la construcción de aprendizajes, y de cómo los OA se van ubicando como un tema neurálgico de la educación a distancia y del sector educativo en general.
Estos objetos los conocemos más de lo que crees en la educación a distancia, a diario los vemos en plataforma Moodle e interactuamos con ellos; Chiappe (2009) se refiere a ellos como entidades digitales, autocontenibles y reutilizables con fines educativos.
El estudio e investigación desde la perspectiva de género incide en una variedad de asuntos, desde el abordaje de las relaciones de poder hasta la importancia de atacar las inequidades sociales, económicas, políticas y culturales. Estas formas de indagar e interpelar la realidad contribuyen a desactivar estructuras de dominación y poder presentes en las relaciones.
En el caso de los seres humanos desde el momento de nacer, se hacen evidentes los órganos sexuales externos y con ello se recibe la primera etiqueta de clasificación: hombre o mujer. Esta primera etiqueta trae consigo una serie de expectativas en cuanto a lo que se espera de una persona, y tendrá un impacto importante en todos los procesos de socialización que se experimenten en los diversos ámbitos de desarrollo desde la infancia.
La concepciones acerca de las características típicas de hombres y de mujeres, traducidas en estereotipos género, enmarcan a las mujeres como personas preocupadas por el bienestar de los otros, siendo afectuosas, amables, o sensibles, lo que las sitúa en los roles de cuidadoras, enfermeras, madres, esposas o secretarias. Por el contrario, las características instrumentales que se asocian a los hombres son la asertividad, el control, la confianza y la competencia, siendo así, más adecuados para desempeñar roles profesionales y de liderazgo (Morales, 2005).
Los estudios de género han descubierto que las niñas y niños aprenden a manejar sus emociones a través de la imitación de su padre y madre, de sus pares y los modelos culturales que les rodean, así como a través de las acciones que encuentran al manifestar sus emociones: aprobación, rechazo, descalificación o indiferencia. Por ejemplo, cuando un niño expresa sentir miedo o temor y sus padres lo regañan, entonces paulatinamente empezará a censurar la expresión y quizá, hasta la percepción de temor; y cuando las niñas expresan su enojo y son regañadas por alguno de sus progenitores, entonces aprenderán a censurar ese sentimiento y a expresarlo de forma indirecta (Castañeda, 2007). De esta forma es como se crian hombres que nunca sienten miedo y mujeres que nunca se enojan, lo cual perjudica la forma en que hombres y mujeres establecen relaciones afectivas entre personas del mismo sexo o de sexo diferente.
La investigación de las emociones llevada a cabo desde la perspectiva de género ha encontrado que existe una clara demarcación entre lo que los hombres tienen permitido sentir y entre lo que tienen prohibido, lo cual es diametralmente opuesto a lo que las mujeres tienen permitido o prohibido sentir y expresar.
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· El enojo: considerado como parte natural de la condición masculina y expresado mediante manifestaciones físicas. Todo el entorno cultural los incita a aprender que el enojo es aceptable y altamente redituable ya que los enaltece frente a los demás hombres y también representan una gran estrategia frente a las mujeres, quienes harán todo lo necesario para contentarlos. Así mismo, aprenden que no es necesario golpear a la gente, ni aventar o romper cosas, basta con dar señales de molestia para atraer la atención de las demás personas y “darse a respetar”, y a veces, es suficiente con sólo quedarse callados y con cara de disgusto.
En cuanto a las emociones que no encajan en el modelo tradicional de masculinidad, pero que sí son aceptadas en la expresión tradicional de la feminidad, son (Castañeda, 2007):
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A modo de conclusión es importante señalar que lo expuesto anteriormente se refiere al modelo dominante y tradicional de la masculinidad y la feminidad, por lo tanto, es necesario tomar conciencia de que estos modelos se están quedando cortos al momento de incorporar las exigencias de la época en la que vivimos, muestra de ello, es que ninguna persona puede realmente encajar al 100% en ellos.
Por lo tanto, lo que toca de ahora en adelante es ir re-pensándonos y co- construyéndonos al incorporar nuevas pautas de ser y vivir, tomando en cuenta que esta será una tarea ardua y llena de contradicciones, pero también, liberadora.
La expresión de las emociones, un análisis desde la perspectiva de género
La expresión de las emociones,
un análisis desde la
perspectiva de género
Aura Silva Aragón